Se abre la veda de las pensiones

10/06/2013

Germán Temprano.

No hace falta ser muy experto para deducir que los salarios miserables de hoy generarán pensiones miserables mañana. Es decir, que el sistema tiende a reformarse a la baja por la vía de los hechos. Sueldos que merman, bases de cotización que no se corresponden a la actividad que desarrolla el trabajador o, más groseramente, la economía sumergida pura y dura conforman ya un tenebroso paisaje para los futuros jubilados. Pensar en una vida laboral que te permita retirarte con una pensión contributiva digna requiere unos condicionantes que, ya en la actualidad, convierten el bienestar social en quimera. Qué no será cuando los efectos de la reforma laboral se consoliden.

Baste como ejemplo que, antes de las turbulencias reformadoras, para fijar la cuantía se tenían en cuenta los últimos quince años de cotización en la creencia de que serían los de mayor plenitud profesional y, por tanto, los de retribución más elevada. La dureza de la crisis ha procurado que esta hipótesis se desmorone. Se cuentan por miles los trabajadores de cincuenta o más años que se han quedado en la calle y que, de reingresar en el mercado, que ya es complicado que así sea, lo harán en condiciones sustancialmente peores que las que tenían. En consecuencia, la cuantía de su pensión derivada de su recortada nómina será misérrima después de toda una vida de trabajo y cotizaciones a la Seguridad Social. Subir a veinticinco años el cómputo o retrasar la edad de jubilación en un país con escalofriantes tasas de desempleo juvenil no parece que vaya a aliviar mucho esta coyuntura.

Pero es que además, con independencia de engorrosas fórmulas de cálculo de los expertos, lo cierto es que la acumulación de las medias verdades posibilita la más grande de las mentiras. Y en este caso es obviar que a los jubilados ya se les ha recortado su pensión por tierra, mar y aire por mucho que presuma Rajoy de lo que quiera. Y bien debería hacerlo, por cierto, de su coherencia porque ya ha dinamitado el último bastión que le quedaba de su escueta o nula credibilidad. Me refiero a cuando dijo aquello de la línea roja de las pensiones que jamás tocaría así lo demandase la UE o el sursum corda.

Pues lo hará y a peor, cosa que, como el valor en la mili, se suponía. Y ya es difícil empeorar casos como (valga este ejemplo real) el de una viuda madrileña a la que se le ha subido su pensión el 56% en los últimos diez años mientras que el IBI de su vivienda de protección oficial lo ha hecho el 300% y ahora, además de llevar más de quince meses a la espera del servicio de ayuda a domicilio, se tendrá que pagar la teleasistencia y parte de sus medicamentos. Por no hablar de los incrementos de la luz, el gas, el agua, el teléfono o la alimentación. Por cierto, con una pensión que apenas supera los 500 euros. Algo que, por lo visto, resulta tan insostenible de mantener como difícil resulta asimilar cómo se puede tener tanto desparpajo como escasa vergüenza.

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