La grave crisis que afecta a Pescanova, con la banca acreedora reacia a aportar fondos que permitan que el grupo pesquero mantenga su actividad, favorece en parte al expresidente Manuel Fernández de Sousa. Aunque el proceso que ha desembocado en el concurso de acreedores de una multinacional que parecía modélica se deba en parte a su gestión, así como al consejo de administración que no detectó las posibles irregularidades financieras, Sousa no ha renunciado a participar en el futuro de la empresa. Considera, según medios consultados, que él es en la actualidad la única persona capaz de gestionar un complejo grupo que tiene en la cabeza.

En este contexto, Sousa ha desafiado el juez de lo mercantil de Pontevedra que le apartó de la presidencia, convocando una reunión del consejo de administración, que tampoco tiene en la actualidad competencias. El encuentro que se ha celebrado este lunes en Madrid, se ha saldado con un «triunfo» de Sousa, que ha conseguido el apoyo de seis de los 10 consejeros asistentes (Basagoiti y García dimitieron). Por el contrario, los consejeros de Damm y de Luxempart volvieron a solicitar su dimisión..

En el orden del día estaba, entre otros puntos, la busqueda de una respuesta pactada a los expedientes abiertos por la CNMV, por temas como la no presentación de las cuentas de 2012. No obstante, la reunión no se presentaba fácil para Fernández de Sousa, con la presencia del grupo cervecero Damm, representado en el consejo por José Carceller, y segundo accionista de la pesquera, así como la del fondo Luxempart, que presentó un querella contra él. Ambos pidieron, como estaba previsto, la dimisión irrevocable de Sousa, aunque ya esté fuera del cargo por decisión del juez.