La mejor forma de ir tirando es hacer tratos. Así entiende la política el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, lo cual no es bueno ni malo, sino todo lo contrario (Jardiel Poncela). Lleva un año Rubalcaba pidiendo a Rajoy que pida, a su vez a la UE la aplicación de políticas de austeridad y crecimiento. Y por fín el jefe del Gobierno ha aceptado el trato. La dirección del PSOE lo vende el evento como un gran triunfo y la del PP se muestra inexpresiva.

La herramienta elegida para plasmar el pactillo será una proposición no de ley que han comenzado a redactar los portavoces de la comisión de relaciones con la UE y que contendrá lo que ya conocemos: la flexibilidad del margen temporal de reducción del déficit público para España, la aportación de crédito a las Pymes a través del Banco Europeo de Inversiones y la famosa asignación de unos 3.000 euros en los próximos cuatro años para incentivar el empleo juvenil. A la proposición se sumarán sin mayor problema el PNV y CiU.

Aparte la flexibilización del déficit, ya acordada por la Comisión Europea, las demás “ventajas” no constituyen novedad. Incluso esos euros comunitarios para el empleo juvenil deben haberse oxidado, porque su habilitación presupuestaria data de hace más de un año. Y otro tanto ocurre con los famosos fondos del BEI. Si el pactillo ayuda a solventar la incompetencia de los anfibológicos organismos comunitarios para que suelten la chicha (200 euros al año por cada joven en paro), bien venido sea.

La pregunta que se hacen varios dirigentes socialistas que están hasta el moño de la flacidez de Rubalcaba es por qué causa o razón hay que apoyar o fortalecer ante el próximo Consejo Europeo la posición de Rajoy. ¿Acaso no es un bien mandado de la señora Merkel? ¿Acaso no aplica sin piedad los ajustes y los recortes de derechos a los trabajadores conforme ordena la Troica con la vista puesta en la confluencia o seguidismo de la UE del modelo estadunidense con el que negocia el mercado común trasatlántico de espaldas a los ciudadanos? ¿A quién se le ocurre respaldar a un Gobierno que lleva camino de reducir el sistema de pensiones al esquema de un montepío para alentar los seguros o fondos de jubilación privados o insolidarios de quienes puedan pagarlos?

La respuesta recogida por el cronista de boca que Elena Valenciano es tan sencilla que no requiere mayor explicación: “Llevábamos pidiendo oxígeno desde hace un año y parece que estos señores han comenzado a moverse un poco y empiezan a entender que sus políticas son un fracaso”. Valenciano no cree que la dirección socialista merezca críticas por ayudar a Rajoy a aflojar el dogal de la Merkel. Pero la impresión de que el líder de la oposición necesita el trato para ir tirando, más que triste será imborrable.