«Te has escondido al otro lado. Y en misteriosa cita nos hemos visto reunidos un grupo de amigos celebrando tu vida. Todo brillaba y refulgía en tu presencia fuera de la materia. Gracias por esta fiesta Sigfrido, te queremos. Tú ya sabes por qué lo digo…»
Con estas palabras de la fotógrafa Ouka Lele, al mismo tiempo que recibía un mensaje de la diseñadora Elisa Bracci, me he enterado que el arquitecto y pintor Sigfrido Martín Begué moría al poco de comenzar el 2011. Lo hacía repentinamente, su muro de facebook aún recibía mensajes cotidianos. ¿Quizás un bajón de insulina?. Lo cierto, es que se ha ido.
Este cuadro, es un ejemplo de la grandeza de este artista y es el que acompaña la despedida que su amiga Bárbara Allende -Ouka Lele-, le dedica.
Jamás tuve ocasión de entrevistarle o de hablar con él. Sí le vi muchas veces e incluso, tengo un pequeño cuadro suyo, que hoy adquiere mayor protagonismo en mi retina. Reconocer que me gusta no es un mérito, después de su muerte, pero sí es cierto, que es un artista cercano. Entiendo su obra porque la encuentro próxima. Me habla de cosas que reconozco y sus cuadros van más allá de lo que se ve, son, como un viaje onírico. Sigfrido era un contador de historias.
Tenía 51 años (Madrid, 19 abril de 1959. Madrid, 01.01.2011) y ahora se le recordará como uno de los indispensables de aquella Movida Madrileña. Él, que nunca volvió a vivir ese ambiente de locura creativa, de absurdo vital en el que nos movíamos en los ochenta, se ha ido. Quizás para reencontrarse con aquellos que le precedieron; Los Costus, Manuel Piña, Carlos Berlanga o Tino Casal.

Sus restos fueron velados en el tanatorio de San Isidro de Madrid y su incineración, el lunes 3 a las 9.30h de la mañana en el Crematorio de la Almudena en Madrid. Su cuerpo lo harán cenizas pero su obra seguirá con nosotros hasta la eternidad.