Cuando termina un año tendemos a hacer balance del año anterior. Miramos atrás, sintiendo el pasado ya muy lejos y muy viejo. Sin ser conscientes, a veces, de que todo lo vivido es en realidad el conjunto de momentos que forman y que dan vida a lo que hoy somos y vivimos. Que el tiempo no es más que las agujas de un reloj. Porque el tiempo no existe, es algo que se ha inventado (creo yo) para contar las horas “que faltan para verte, mi amor”.

El 2011 ha llegado y con él nuevas promesas y sueños. Atrás queda otro año que se suma, que se convierte en pasado, pero que siempre llevaremos  incrustado dentro de nosotros. Porque somos lo que vivimos.

Ha sido un año, desgraciadamente lleno de despedidas. Nos han dejando personas importantes. La muerte, siempre presente, que nos lleva sin avisar. Pero también han llorado niños al nacer, nuevas vidas llenan ahora casas y ponen luz al futuro. Este año se resume en muerte y vida, en derrotas y en esperanzas. En sueños cumplidos o pendientes.

Aprendí una vez que un final puede ser el principio de algo. Que lo mejor siempre está por llegar: Hasta que llega. Y créeme que llega de verdad.

Supongo que todos pedimos al año nuevo cosas diferentes. Yo, para no ser menos, le pediría a este año nuevo, recién estrenado, un poco más de tolerancia en todos los sentidos. Le pediría que la crisis dejase de ser crisis, que se creasen nuevos empleos y que se valorasen a las personas por su trabajo y esfuerzo.

Le pediría a este nuevo año menos mentiras. Menos gente hipócrita. Menos maldad. Que las personas que viven en las calles encontrasen, al fin, un hogar y que no fuese el hambre lo que les arañe en el estómago cada día. Que los niños sonriesen más. Y algunas mujeres sufriesen menos. Que los padres diesen más abrazos a sus hijos y que el amor y romanticismo de las palabras nos rozasen cada día.

Que nos sobrasen sonrisas, que no fuese difícil regalar una cualquier mañana, en el metro, en la calle o trabajo.

Pero sobre todo, a este año 2011 le pido quedarme, tan sumamente bien como lo he empezado. Y seguir escribiendo sobre esas pequeñas hazañas de la vida, de lo cotidiano, de lo efímero y bonito. Y esas pequeñas cosas, en fin, que tanto sentido darán sin que nos demos cuenta a este año nuevo que nos espera.

Así que por pedir, pide lo que quieras, pero quédate siempre muy cerca de las palabras.