El miércoles, con los mercados europeos ya cerrado o a punto de cerrar, hay una cita ineludible. Ben Bernanke, el loco del helicóptero para unos y el salvador de la economía estadounidense para otros, tiene una cita con la opinión pública al término de la reunión de la Fed.

Nadie espera absolutamente nada de esta reunión, pero todos esperan ansiosos escuchar al jefe de la Fed. Igual da si piensan que se trata de un personaje amortizado al que le faltan pocos meses para abandonar el cargo que si suponen que finalmente Obama le dará más tiempo. Todos quieren escuchar a la «estrella» del momento.

Y es que todos esperan dos cosas muy concretas. Que ratifique que lo de los tipos de interés bajos va para largo y es absolutamente independiente de la retirada o no de los estímulos. Y que diga o permita que se deduzca que el final de la QE no es tan próximo como esperan los más agoreros.

Si dice o de sus palabras se traslucen ambas cosas, los mercados tendrán una nueva oportunidad al alza. Si falta una de las dos, las caídas se agudizarán. Así están las cosas. tan inestables que ni siquiera si dice lo que el mercado espera oír podemos tener la certeza de que las cotizaciones repuntarán.

Porque conviene no engañarse. Estados Unidos está pendiente de sus propios datos macro, de evaluar hasta qué punto y desde cuando comienza a hacer daño el secuestro presupuestario, de llegar a un acuerdo para elevar un techo de deuda ya superado. Y de reojo, mirando los datos de China, cada vez más preocupantes puesto que reflejan mayor desaceleración de la prevista en un principio y no parece que los gobernantes hayan cogido el toro por los cuernos.

Muchas cosas de las que estar pendientes incluso si Bernanke dice lo que todos quieren oír. Porque debe añadirse que sería bastante de agradecer que Europa dejara el tancredismo y se decidiera a tomar medidas para evitar la recesión generalizada en el Viejo Continente.

¿Cómo no va a aprovechar la primera oportunidad un inversor para realizar las plusvalías? Ni 24 horas han tardado muchos en deshacer las posiciones abiertas ayer mismo. Se impone el corto plazo, el ultra corto incluso. Y la volatilidad aumenta, la inestabilidad se acrecienta y los nervios están a flor de piel. Al menos va a ser así hasta el miércoles, así que paciencia.

Al cierre, el Dow Jones perdió un 0,70%, el S&P 500 un 0,59% y el Nasdaq Composite un 0,63%.