No es por ser aguafiestas en estos días de pactillos y promesas de que todo irá a mejor, entre otras cosas porque el margen para que vayan a peor es prácticamente inexistente, pero que tanto el paro como la deuda estén en máximos históricos apuntala poco o nada este optimismo. La mejora de esas dos magnitudes fueron los ejes sobre los que el hoy presidente sustentó ese programa electoral que, por mucho que reniegue, esgrimió como arma para alcanzar el poder. Bajo el peso de la realidad los compromisos adquiridos se desvanecieron aunque el tiempo se ha encargado de que, a pesar de ello, la coherencia de Rajoy haya quedado impoluta. Es decir, puesto a no cumplir lo ha hecho a lo grande, con todo, incluída esa línea roja que eran las pensiones.

El fruto de ello, después de casi año y medio de gobierno, aunque se quiera convencer de que se lleva un par de días, se limita a agarrarse al dato de mayo de desempleo, el mismo que con ZP era estacional y ahora un milagro de la gestión del Partido Popular, para augurar el advenimiento de la recuperación económica. A estas hipótesis le venía bien el atrezzo de un pacto urdido a dos bandas pero que, de cara al exterior, precisaba de una foto más multitudinaria. No ha sido el caso ya que la oposición minoritaria, cada vez menos por mucho que los dos partidos se hagan los escandinavos, ha declinado participar de eso que se presentaba como un acto de responsabilidad de estado cuando se trataba de un paripé institucional de lo más ortodoxo.

No parece que aliente mucho el consenso que te presenten un documento bajo los requisitos del firme aquí y aquí, debajo de donde pone Alfredo y Mariano, llévese copia y ya le llamaremos. Oiga, pues como que no. Que sea mejor llegar al Consejo de la UE con el mayor respaldo político posible es dificílmente cuestionable, pero que un apresurado acuerdo plagado de lugares comunes sea sinónimo de ello resulta como poco una osadía. De estar a favor del fomento del empleo juvenil o de que circule el crédito en las pequeñas empresas para que se reactiven se puede convencer incluso a Sánchez Gordillo. Otra cosa bien distinta es el camino a recorrer para llegar a la meta.

Lo cierto es que en lo que se lleva de año sólo se han dado, por mucho anuncio radiofónico del FROB que se emita, el 2% de los créditos a los autonómos que lo han solicitado, según un informe elaborado por la Unión de Asociaciones, Trabajadores Autónomos y Emprendedores (UATAE). Y lo cierto es también que si se quiere apostar por los ‘minijobs’ para las ‘maxinecesidades’ de los jóvenes éstos seguirán sin tener futuro aunque el Gobierno tenga un dígito menos en sus estadísticas de paro. Como uno no ve a estos ministros dando un puñetazo en la mesa de los lujosos despachos de las entidades financieras ni apostando no sólo por el empleo sino por la dignidad laboral pues lo dicho. Que una cosa es pactar y otra dar soluciones.