Es increíble como el sonido de un piano, ya sea solo sus notas o acompañadas con una voz, puede contener tanto sentimiento y hacernos llegar a nosotros ese sentimiento, envuelto en un escalofrío.
Siempre he pensando que el piano es el sonido más triste del mundo a la par que el más bello. Las versiones de canciones que más me gustan, son las que el cantante realiza solamente en compañía de su voz y de un piano. Cada nota aporta ese toque de melancolía necesaria a la canción. De tal manera que, la letra de la canción y la voz, nos llega más adentro, traspasando esa fibra que solo puede traspasar las notas de un piano.
Alguna vez me han dicho que tengo manos de pianista. Los dedos finos y largos suelen ser los que mejor acarician las teclas. Sin embargo, mis intentos con las teclas de un piano han sido nefastos. No siento la música dentro de mí, como para poder componer melodías o simplemente reproducirlas. Tampoco pude estudiar la técnica para poder hacerlo, y queda ahí guardado, en el cajón de mi cabeza donde guardo todas las cosas que me hubiese gustado aprender a hacer.
A veces creo que a la vida le hace falta un toque de piano. Que carecemos de esas notas de emoción diaria. Yo pondría una melodía para cada momento, y creo que de este modo todo se nos haría más fácil, y nos sería más difícil de olvidar. Ya sean momentos, personas o cosas.
Cuando alguien me dice que toca el piano, algo en mí se emociona. Siento una envidia extraña, y dentro de mí algo realiza un salto mortal y me da un vuelco el corazón. Desde ese día, esa persona me cautiva de forma inmediata. Creo que las personas capaces de acariciar las teclas y hacer sonar preciosas melodías, tienen otra inquietud diferente a la nuestra, son personas capaces de emocionarte con una mirada. Sus manos se desplazan por el teclado de forma segura, tecla a tecla, nota a nota, creando una música que es capaz de hacer que todo se detengan.
Por eso, cada vez que alguien mira mis manos y me dice que tengo manos de pianista, pienso que debería de aprender a tocar este instrumento que me emociona solo con escucharlo. A lo mejor un día me animo y decido que quiero empezar a expresar todo lo que siento a través de esas teclas blancas y negras que tanto me emocionan. Y así podré contar hermosas historias en forma de canciones. Es lo único que me falta. A ver si un día abro ese cajón y empiezo a vaciarlo, no vaya a ser que se me termine antes la vida.
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