Mal se pusieron las cosas ya desde la apertura del mercado americano. Las cadenas minoristas desgranaron una a una sus ventas navideñas y prácticamente ninguna de las cifras satisifizo a nadie. Mala cosa que en el país del consumo las ventas navideñas no vayan bien, debieron pensar. A lo que yo añado que, claro, pero estamos en crisis así que una subida es ya un triunfo. Y ellos, erre que erre, que no. Vamos, que querían más o que habían hecho las cuentas de la lechera, que nunca sé muy bien de qué van estos tipos.

Y con las cosas así, ni siquiera el buen dato de paro fue suficiente para devolver la alegría a los mercados. Seguramente, ya estaba descontado lo del paro, pero a mí se me ocurre que si baja el paro habrá más gente para consumir y eso terminará por elevar las ventas de las cadenas comerciales. Pero, claro, eso es a largo plazo y estos tipos solo ven el minuto siguiente, así que siguieron zurrándole a la badana y así hasta que la cosa se paró por sí sola.

Porque lo que está claro es que esto peude bajar, pero no tienen ninguna gana de que baje y ayer se vió claro.- El Dow intentaba a toda costa recueprar los 11.700 puntos y el S&P rebotaba con cierta consistencia cada vez que volvía a tocar los 1.271 puntos. Con estos condicionantes, el mercado se convirtió en algo demasiado estrecho como para ser muy tenido en cuenta y fue precisamente esta estrechez la que obró el milagro de que no llegara la sangre al río.

Los vendedores se conformaban con mantener el Dow por debajo de los 11.700 puntos y los compradores con mantener el S&P 500 por encima de los 1.271 y como las dos partes lo consiguieron, pues todos contentos con una leve caída que. incluso, en el caso del Nasdaq no se produjo. Los tecnológicos, una vez más fueron por libre, lo que nunca se sabe si es síntoma de fortaleza o no, porque volatilidad le sobra a este mercado.

Al final, el Dow perdió un 0,21%, el S&P 500 un 0,22% y el Nasdaq avanzó un 0,29%. Un mundo de locos, desde luego.