La función estival del Dúo del Guadarrama devino en sainete. La ventaja de no saber bien qué se buscaba con este remake de la escena del sofá, sustituido por una mesa barata sin ni siquiera unos cafelitos por la cosa de la austeridad, es que tampoco puedes sacar muchas conclusiones más allá del ridículo que conlleva tanta impostura. Ver a dos señores ya talluditos, por muy presidentes que sean o hayan sido, hacer como que hablan de algo importante y fingir que se soportan con deportividad para que les hagan una foto te pone colorado sin necesidad de alquilar una tumbona en la playa de Gandía.

Claro que peor fue cuando Rajoy, a modo de alumno, relataba al tutor las reformas tan macanudas que ha hecho, las que le quedan por hacer y le instaba a que, con permiso de Wert, el examen final de su gestión se lo aplazara a 2015. Es lo que tienen los nombramientos digitales de herederos. Quieras o no te ves obligado a rendir cuentas al rey sol. Más aún en plena canícula. Lo cierto es que, gracias a estas performances serranas, y a falta de otros espectáculos por los recortes, se vivió un momento cumbre cuando Rajoy, a modo de disculpa por no llegar a las cotas de estadista de Aznar ni mucho menos a sus abdominales, le vino a decir que si España no iba bien, dentro de unos años iría viento en popa. Lo que se dice mojarse. Con esas dotes adivinatorias uno ya no se sabe si quien le asesora en materia económica en Moncloa es el tal Álvaro Nadal o Rappel.

De momento para el presidente este mes de julio ya es mejor que el del año pasado siempre que se obvie ese pequeño e incómodo detalle que suponen unos cuantos miles de parados más. No es por estropear este jolgorio preventivo pero que es que, además de los registros históricos de desempleo, seis de cada diez asalariados ya no llegan ni a mileuristas, según los datos de la Agencia Tributaria. Es decir que a los seis millones que no tienen trabajo, a los más de dos que ya ni siquiera tienen ningún tipo de ayuda se suman más de diez millones que tienen el ‘privilegio’ de tener una nómina aunque sea tan escuálida. Lo que se dice un ‘infrasueldo’ frente a los ‘sobresueldos’ de otros.

De eso, por supuesto, ni mú. No todo iban a ser divergencias. Debe ser que desde sus altas miras no se considera importante que mientras uno defiende lo que redacta en el BOE y el otro reflexiona sobre cómo puede uno estar encantando consigo mismo y no morir en el intento, sea un presidiario quien marque el paso del Gobierno y del partido que lo sustenta. Quien impone sus silencios en tanto el aclara la voz para convertirse, a años luz de Leticia Sabater, en el verdadero artista del PP. Se verá en cuanto siga cantando