Como en Tordesillas, pero peor

10/01/2011

Miguel Larrañaga. 10-01-2011

En el año 1494, España y Portugal centraron las miradas del mundo. Isabel de Castilla, Fernando de Aragón y Juan II de Portugal se repartieron el Nuevo Mundo por un tratado firmado en Tordesillas, a mayor gloria de sus respectivos imperios. Hoy, recién comenzado 2011, son el centro de atención mundial y no precisamente por sus logros y conquistas sino más bien por sus desventuras y agujeros. En aquél entonces se repartieron el mundo; hoy se reparten las bofetadas. Medio mundo anda pendiente de cómo afronta Portugal el difícil trance de financiarse en los mercados y el otro medio dispara ya abiertamente contra España. No es nuevo, aunque hemos de reconocer que sí es históricamente poco frecuente que los destinos de los dos países ibéricos vayan tan de la mano, cuando normalmente han sido países antagónicos.

Pues van tan de la mano que se maneja la misma cifra para los dos. Una cifra mágica, el 7%, que es el tope al que puede llegar a pagarse la deuda pública portuguesa en el mercado. A partir de ahí, la refinanciación es inviable y nuestros vecinos tendrán que acudir al rescate por parte de Bruselas. ¿Y para España? Pues exactamente lo mismo, pero con algo más de plazo. En mayo vencen 20.000 millones en deuda y si por entonces los mercados piden un 7%, se acabó lo que se daba.

Se preguntarán por nuestros socios, los de la UE. Tiene mucho de Europea y poco de Unión, todo hay que decirlo. Y si no, para muestra vale un botón. Se cuenta que Francia y Alemania estarían presionando a Portugal para que pida la ayuda a la UE lo antes posible. Sin embargo, ambos países lo niegan y la guinda la pone Bruselas al destacar que el rescate a Portugal «no está sobre la mesa».

Yo, que llevo bastantes más años de los que me gustaría en esto de los mercados, voy a arriesgar un poco, que la jugada me la conozco de verla muchas más veces. Miren, Francia y Alemania no es que estén presionando a Portugal, sino mucho más que eso. Apostaría cualquier cosa a que el teléfono de José Sócrates ha echado humo este fin de semana en alemán y francés (y estoy por asegurar que también en español). Y llevan razón en presionar si es que han aprendido algo de episodios anteriores. Todo lo que sea retrasar la ayuda a Portugal será alargar el cataclismo y teniendo ya el euro en niveles interesantes para la industria exportadora europea, mejor antes que después. Acuérdense de que ni Grecia ni Irlanda necesitaban ayuda si nos atenemos a las declaraciones oficiales y recordemos que al final hubo que ayudar, y de qué forma, tras haber causado estropicios considerables al resto de socios. Si ahora somos algo más inteligentes, habría que ayudar a Portugal mañana mismo, que esta semana tiene vencimientos de deuda y se lo van a poner más que complicado.

Pero héte ahí que los sesudos dirigentes comunitarios señalan que «no está sobre la mesa». Aún no han aprendido una cosa fundamental. Cuanto más se resistan, más presión trasladarán sobre la deuda portuguesa y más dinero tendrá que gastar el BCE en comprarles a los pobres lusos sus títulos de deuda que no quiere nadie a no ser que se les pague una salvajada por ellos. Está claro que no aprenden. En lugar de «no está sobre la mesa» hay que decir «el rescate está siempre preparado y se pone en marcha en cuestión de horas si Portugal lo pide, lo que aún no ha ocurrido» .

Porque tengamos en cuenta que, no contentos con azuzar a los portugueses y a la vista de que esto se va a prolongar de nuevo, los más listos del mercado han visto otros filones: España, Bélgica e Italia, y tiran dardos contra todos. Si el rescate a Portugal se retrasa, más ganarán todos estos. ¿Será por eso que se retrasa? Uno nunca sabe qué pensar, pero de episodios anteriores me ha quedado el resquemor del piensa mal…

Y una última elucubración por mi parte. ¿Por qué se ha dejado a Portugal permanecer en la inacción mientras a España se le ha «obligado» (con llamada de Obama incluida) a actuar con decisión? ¿Nadie se da cuenta de que el goteo de países en problemas llevará inexorablemente a que algún día pongan contra las cuerdas a uno de esos «too big to fall»? ¿Qué han hecho Bélgica o Portugal con sus cuentas en el último año? Poco más que planes de reducción del déficit que se aguantan sobre un papel, pero reformas, lo que se dice reformas, pocas. En todo caso, parches bienintencionados que, si la coyuntura mejora, podrían permitir una reducción del déficit hasta términos más soportables.

Debemos decir llegados a este punto que a pesar de lo poco que nos gustan los recortes patrios, España (aunque tarde) ha actuado con mucha más decisión. Lamentablemente, no va a servir de mucho, porque seguimos en el centro de la diana y si ahora van a por Portugal y con nosotros no se atreven, ya llegará Bélgica. Tiene gracia, pero ha tenido que ser el propio Rey de Bélgica el que inste al Gobierno a profundizar en las reformas necesarias para conseguir un presupuesto creíble en un país en el que valones y flamencos siguen a bofetadas mientras la economía se desangra. Está claro. Para mayo, o esto ha dado un giro de 180 grados y todos, repito, todos, se han puesto las pilas o España estará contra las cuerdas. Y entonces vendrán los lamentos por parte de todos esos incapaces bruselenses que ahora dicen que «el rescate a Portugal no está sobre la mesa».

Visto todo esto, entenderán por qué el Ibex es un índice de categoría regional y deambula como puede por los mercados. Pero que no se anden con bromas, que el Dax y el CAC se han comportado hoy tan mal como el Ibex (por momentos incluso peor) y mejor no hablamos del Mibtel italiano que tan felices se las prometía días atrás. Está claro que ahora entiendo mejor a los chinos. Van a seguir comprando deuda, pero lo van a hacer a mejores tipos. Son listos estos nuevos banqueros del mundo. Se han adaptado a la economía capitalista a la perfección y han entendido a las mil maravillas eso de que lo mejor es «dejar actuar al mercado».

Solo los británicos parecen ir un poco por libre y sin que se pueda decir que tuvieron una buena sesión, al menos su mercado se comportó de una forma algo más razonable que los continentales, sumidos en una suerte de histeria bajista que no dejó títere con cabeza. El Dax cayó un 1,18%, el CAC se dejó un 1,64% y el FTSE perdió un 0,47%. El Ibex sumó otra jornada de pérdidas ¿y van…? y cerró un 1,29% por debajo del viernes.

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