Nuestras células distinguen la calidad de nuestra felicidad

01/08/2013

Irene Fernández-Ruiz. Dra. Biología Molecular. ¿Encontrar la felicidad? Sí. Pero cuidado, no vale cualquier tipo si quieres que además sea beneficioso para tu salud.

Parece ser que nuestras células responden de forma diferente según cual sea la fuente de nuestra felicidad. La sensación de felicidad que nos aporta un propósito noble puede tener efectos beneficiosos para la salud. Sin embargo, la simple gratificación personal podría tener efectos negativos. Esta es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores de la Universidad de Carolina del Norte y de la Universidad de California en Los Ángeles.

El Hedonismo y el Eudaimonismo

La felicidad y sus efectos en la salud es un tema recurrente en investigación. Ya se ha demostrado en muchos estudios que ser felices mejora nuestra salud física y mental, más allá de los efectos sobre la depresión y el estrés. Lo novedoso de este caso es que estos investigadores han analizado los efectos del sentimiento de bienestar y felicidad pero esta vez a nivel genómico.

Ya desde la antigua Grecia los filósofos distinguían entre dos formas básicas de felicidad o bienestar: el hedonismo, que representa el placer personal, y el eudaimonismo, una forma de felicidad derivada de la virtud y el comportamiento ético y que se asocia con llevar una vida plena y con sentido. Pues parece que no solamente los filósofos hacen esta distinción. Nuestras células también.

Las células diferencian el tipo de felicidad

Según publican esta semana en un artículo de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, las células responden de forma diferente dependiendo de si el sentimiento de bienestar viene por la autosatisfacción (comer tu plato favorito o comprarte ese capricho) o si es un sentimiento de felicidad más profundo por llevar una vida plena y con sentido (piensa en la Madre Teresa de Calcuta por ejemplo).

Para estudiar los efectos de estos dos tipos de felicidad analizaron la respuesta de las células del sistema inmune de 80 voluntarios sanos. Para clasificarlos según su grado de hedonismo o eudaimonismo les hicieron rellenar una encuesta puntuando en una escala preguntas del tipo: ¿en la última semana con cuanta frecuencia te has sentido feliz? o satisfecho?, como indicativo de hedonismo; y como indicativo de eudaimonismo preguntas como “¿en la última semana con cuanta frecuencia has sentido que tu vida tiene sentido? o has contribuido en algo a la sociedad?”.

A pesar de que ambos tipos de felicidad tenían efectos similares en el bienestar general y en la mejora de los síntomas depresivos de los voluntarios del estudio, no tenían el mismo efecto sobre la respuesta de sus células. El bienestar eudaimónico se asociaba con bajos niveles de inflamación y aumento en la expresión de genes vinculados a respuestas antivirales. Por el contrario, el bienestar hedonista aumentaba la expresión de genes que activan la inflamación y disminuían las respuestas antivirales, un perfil muy similar al que se presenta con el estrés crónico.Tal y como afirma la Dra. Fredrickson, parece que en los hedonistas las actividades diarias, aunque proporcionan felicidad a corto plazo, tienen consecuencias negativas sobre la salud a largo plazo.

Otra de las conclusiones que los autores sacan de su estudio es que nuestros genes parecen ser más sensibles a la calidad de nuestra felicidad que nuestro pensamiento consciente. Así que, dado que ambos tipos de felicidad no son excluyentes, están interconectadas y se afectan mutuamente, la moraleja que podemos sacar de este estudio sería no tanto la de evitar cualquier gratificación personal, sino más bien la de potenciar nuestro lado generoso y de conseguir encontrar ese propósito noble que guíe nuestras vidas. Tus células te lo agradecerán.

Fuente:

University of North Carolina at Chapel Hill

Barbara L. Fredrickson, Karen M. Grewen, Kimberly A. Coffey, Sara B. Algoe, Ann M. Firestine, Jesusa M. G. Arevalo, Jeffrey Ma, and Steven W. Cole. A functional genomic perspective on human well-being. PNAS, July 29, 2013 DOI: 10.1073/pnas.1305419110

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