Cuando todo el mundo creía que Letizia no había llegado aún a Palma de Mallorca y todos se preguntaban ¿dónde están Letizia y las niñas? una de mis mejores gargantas profundas, me confirma que la princesa está en la isla.
No haberla visto en la zona afectada por el incendio de la Sierra de Tramontana, junto a la reina, su esposo y su cuñada Elena, ni tampoco llevando a las niñas junto a sus primos a la escuela de vela, ni acompañando a al príncipe al Club Náutico para verle embarcarse en el barco de regatas de la armada, Aifos -Sofia- al revés, eran argumentos perfectos para confirmar que efectivamente la princesa no había llegado aún a la isla. Y si a eso le sumamos que los escoltas de la Casa Real, en esas típicas conversaciones a pie de acera en las largas esperas delante de la puerta del Real Club Náutico de Mallorca, reiteraban que la princesa no está pero que «ya sabes cómo son estas cosas, que igual aparece porque también a nosotros nos sorprende».
Todos los elementos confluyen en ¿Dónde está Letizia? porque ya hemos visto hasta a Irene, la hermana de la reina, que siempre está pero nunca se la ve. A Letizia, que le gusta salir anónimamente de forma «anónima», ha debido preferir crear esa incertidumbre para retrasar esa presión mediática que tanto le pesa en estas vacaciones No-privadas en Mallorca.
Esa no presión, favorecerá que pueda salir esta noche a cenar con sus amigos ya que nadie la espera «oficialmente» hasta mañana. Y lo pongo entre comillas porque de cómo consumen las vacaciones no se informa en la Casa Real. Así que todo es oficioso, excepto para mi garganta profunda.
Excepto la reina que lleva semanas instalada en Marivent con su hermana Irene y sus amigas, el resto de la familia pone tierra de por medio enseguida y por ejemplo, es curioso que la infanta Elena coincida poquisimo con su cuñada Letizia. Es llegar ella y marcharse la infanta. Lástima también, que las niñas Leonor y Sofía no estén apuntadas con el resto de sus primos Borbón en la escuela de vela de Cala Nova. Para el año próximo, ya que este no da tiempo, sería estupendo que empezaran su curso de optimist en el real club náutico de Mallorca.
No se entiende que disfrutando de las instalaciones puestas a disposición de la familia real, teniendo la isla protegida de Cabrera para su relax y el paraíso de las Baleares con toda la infraestructura de seguridad ya establecida, pongan rumbo a lugares a miles de kilómetros de España. Es una lástima para el turismo balear este distanciamiento y especialmente, que parezca que la princesa no se encuentre a gusto en estas tierras, esa apreciación, que igual no es cierta, es la que sienten muchos mallorquines.