Fiebre separatista

19/08/2013

Josep M. Orta.

Ha sido un mes de agosto movido donde no han faltado las noticias que con frecuencia han sido utilizadas por los medios públicos en beneficio de su dueño, desde el patrioterismo con el que se han volcado con el folletín sobre Gibraltar hasta el gran despliegue informativo  de la tragedia del descarrilamiento del AVE una vez comprobaron que se trataba de un fallo humano del cual el Ministerio de Fomento no tenía ninguna responsabilidad (recuérdese el tratamiento de la noticia que dio TVE en los primeros momentos, parecía que lo más significativo era si se suspendían las fiestas del Apóstol).

Mientras la controversia sobre el caso Bárcenas ha seguido alimentando los medios de comunicación y curiosamente el “presunto delincuente” tiene más credibilidad para la mayoría de los españoles que los desmentidos del presidente del Gobierno.

Entretanto el clamor independentista crece en Catalunya, las numerosas fiestas mayores que se celebran en agosto se han convertido en actos reivindicativos de la consulta  en unas acciones que no son otra cosa que el preámbulo de la gran cadena humana del 11 de setiembre. Cualquier acto es bueno para mostrar el sentir de los ciudadanos mientras la delegada del Gobierno lucha infructuosamente tratando de evitar que la bandera independentista presida los balcones de una gran mayoría de ayuntamientos.

Artur Mas pide diálogo y lo único que recibe son bofetadas por parte de Madrid. ¡Cuánta miopía tuvo Mariano Rajoy cuando rechazó sin matices la pretensión convergente de lograr el pacto fiscal para Catalunya! De la misma manera que el actual presidente del Gobierno, cuando estaba en la oposición, aseguró que cuando llegara al poder arreglaban la situación en dos meses, ahora parece pretender repetir la experiencia ahogando por activa y por pasiva el malestar de una mayoría de catalanes e incluso añadiendo provocaciones como las protagonizadas por el ministro Wert.

Los socialistas tienen dividido el partido (que cuenta sus últimos envites electorales por reveses) mientras su dirección cierra filas con un testimonial PP catalán que a falta de peso político sólo busca titulares y CDC no ve con malos ojos las insinuaciones de los “españolistas” de Duran Lleida de romper la coalición y presentarse solos.  Entretanto la Assemblea Nacional Catalana multiplica sus adeptos por momentos.

Rajoy sigue haciendo oídos sordos a las peticiones catalanas. El diálogo que ofrece se limita a decir “no” a las pretensiones de un sector importante de los catalanes (como si no tuviera suficientes frentes abiertos como para ir provocando) y el problema cada día le va creciendo. ¡Qué miopía el valorar que Artur Mas había fracasado en las últimas elecciones catalanas! Al contrario sus propuestas independentistas vía referéndum salieron más que fortalecidas. Quizás sería el momento de que los dirigentes de Madrid se regularan sus gafas, aunque la bola ha crecido tanto que quizás sea difícil reconducirla. Y la pretensión catalana de votar el “derecho a decidir” (que no es otra cosa que pedir la independencia) cada vez está más arraigado. Incluso el españolísimo Real Club Deportivo Espanyol se plantea usar como segunda camiseta la cuatribarrada.

Mientras algunos confunden sus deseos con la realidad (“la mayoría de catalanes quieren ser catalanes y españoles”) y como los avestruces esconden la cabeza para ocultar la realidad.

 

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