Se busca ministro de Trabajo

15/10/2010

diarioabierto.es.

No sé si cuando aparezcan estas líneas se habrá resuelto ya una de las incógnitas y extravagancias del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero: el sucesor de Celestino Corbacho al frente del Ministerio de Trabajo. A primeros de septiembre, Corbacho había anunciado su renuncia para incorporarse a las listas en las elecciones catalanas.

Desde entonces, la verdad, ver al ministro Corbacho comparecer para hablar de su departamento me ha producido una cierta desazón. Se ve que nada tiene que ver ya. Que anda en otras cosas. Que sus preocupaciones son otras. Y ahí lo tienes, dando la cara ante asuntos como la huelga general, el incremento del paro y otras amarguras semejantes.{destacado}

A mí es que estas cosas me parecen crueles e irresponsables. Crueles con Celestino Corbacho, un hombre que ha desarrollado su trabajo con dignidad en las peores condiciones y al que se le exige que siga ante unos interlocutores que saben que ya poco tiene que hacer y que decir en lo que ya no es su competencia.

Y me parece irresponsable que, con la que está cayendo, El Presidente de Gobierno no haya encontrado todavía a quien endosarle la cartera de Trabajo. Este jugar al misterio. Este no reconocer que no se puede mantener en el interinato un departamento tan importante, dice muy poco de ese talante responsable y digno que nos ha vendido Zapatero.

El caudillismo del secretario general del PSOE se agudiza con cosas así. Cuando desoye a quienes le urgen para que tome una decisión y cuando él, como si estuviera dispuesto siempre a resistir todas las presiones, prefiere esperar no sé sabe muy bien a qué. Prietas las filas, no está dispuesto a que su agenda se la marquen otros, aún a costa de mantener una situación penosa e incomprensible.

Pase que yo no lo entienda. No tengo esa capacidad que otros tienen. Pero me parece a mí que son muy pocos los que han conseguido –fuera de la obediencia debida- entender una situación como ésta.

Ojalá que cuando este artículo ve a la luz, se haya resuelto el problema. Pero siempre quedará la incógnita de saber por qué ha castigado Zapatero a este hombre a permanecer en un sillón tan incómodo.

Podríamos decirle lo que dijo Don Mendo (del gran Muñoz Seca) a su amigo:

Siempre fuisteis enigmático
y epigramático y ático
y gramático y simbólico
y, aunque os escucho flemático,
sabed que a mí lo hiperbólico
no me resulta simpático.

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