Homenaje a Raúl, el rey de Chamartín

23/08/2013

Estadio Santiago Bernabéu. Carmen Duerto.

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Hay gente que pasa a la historia sin más apellidos que su nombre. Raúl ya es leyenda en el Real Madrid, no sólo por haber pasado 16 temporadas jugando sin descanso para su club, sino por tener el récord de máximo goleador, 323 en 741 partidos. Ha sido el líder del equipo respaldado por sus resultados, ya mencionados y también por su talento, esfuerzo y trabajo. Anoche, había que verle organizar la estrategia del Al-Sadd Sports Club de Qatar donde ejerce de centrocampista. Sus compañeros de Doha serán todo fibra y pierna pero les falta la picardía de la experiencia y del talento estratega.

casillas,ramos y reyCon la excusa de jugar el XXXV Trofeo Santiago Bernabéu, se le rendía por fin, con tres años de demora, el merecido homenaje que el madridismo le debía. No solo el Rey tuvo el gesto de presidir y entregar la copa al Real Madrid, campeón del torneo, sino que la afición abarrotaba el estadio. Y lo que era más emocionante, miles de personas llevaban la camiseta blanca con el 7 de Raúl y su nombre grabado. La ovación que se llevó al salir por el túnel del vestuario fue épica, prolongada y sentida, mientras tronaba la voz de Plácido Domingo cantando “Hala Madrid…”

Detrás del Rey, sentado en la primera fila del palco, estaban la esposa del jugador, Mamen y los cinco hijos. Mamen de negro con un brazalete de oro y corales precioso y el pelo recogido como las geishas, con un palito de madera. Dos de los niños con camisa blanca y el resto de blanco impoluto. Por cierto, la niña es un pequeño terremoto, no paraba quieta en su asiento y se pasó el partido peinando a sus hermanos.

“No tengo nada interesante que contar. Vivo dedicada a mi familia, a cuidar de mis hijos, esa es mi prioridad y además, no vivo aquí, todo esto me pilla muy lejos pero muchísimas gracias por el interés”. Así contestaba Mamen a mis deseos por entrevistarla cuando coincidimos en el descanso. Después de esa primera parte en la que Raúl jugaba como capitán blanco y marcó el primer gol de la noche.

Los 45 minutos finales, los jugaría de negro con su equipo actual. Terminado el partido y como no podía ser de otra forma, se dirigió al fondo norte donde le prestaron una muleta de torero con el escudo del Madrid y dio unos pases, mientras la afición le gritaba olé, olé y olé. También fue manteado por sus antiguos compañeros en dos ocasiones y acabó vestido de blanco dando la merecida vuelta al ruedo al son de Presidente, Presidente.

Por cierto, en el palco estaba Butragueño, en el banquillo Zidane y en las gradas Guti, que se llevó otra ovación. El club editó una revista en la que se recogían las palabras de Raúl, que lo dicen todo como persona; “Los aficionados siempre me han dado su cariño y respeto desde el primer día, y si alguien debe algo soy yo; debí hacer metido más goles y jugado mejor en mi tiempo en el Real Madrid”.

Esta no fue la noche de relatar las cosas que gritaban los ultra Sur, ni de la problemática de Casillas versus Diego López o del calor que hacía en Chamartín a las once de la noche. Fue la fiesta madridista a Raúl, donde el rey saludó al Rey, como titulaba Marca.

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