La reforma energética de México, que tiene como primer objetivo una profunda modificación de la estructura y funcionamiento de Pemex, entra este mes de septiembre en una fase crucial con el proyecto legislativo en las puertas del Congreso del país latinoamericano, que deberá ratificar o rechazar los objetivos reformistas del Ejecutivo. Unos cambios, que supondrían cambios en la Constitución mexicana para permitir una eventual entrada de capital privado en la petrolera estatal, para los que el presidente de México, Enrique Peña Nieto, está aunando apoyos políticos, tanto del partido en el poder PRI como del derechista PAN. Aunque el proceso no es fácil, con la izquierda liderada por el carismático Cuauhtemoc Cárdenas desde el PRD y parte de los sindicatos en frontal oposición a que se desarrolle este proceso, en medios energéticos se estima que el Gobierno puede ganar la batalla. Tanto el presidente Peña Nieto como el máximo directivo de Pemex, Emilio Lozoya, argumentan que la reestructuración permitirá modernizar una compañía que cuenta con unas reservas que necesitan de fuertes inyecciones de capital y de alta tecnología para hacerlas viables, pero que nunca dejará de estar tutelada por el Estado. La modernización se traduciría además en recortes de los precios energéticos -también del gas y la electricidad- para empresas y clientes domésticos, afirman.

En este panorama y a falta de conocer detalles de los planes del Gobierno azteca, multinacionales del sector .-Shell.,BP, Mobil o Chevron-  y lobbies asociados toman posiciones en lo que se decanta como el negocio del área de hidrocarburos más atractivo de los últimos años, si bien requerirá la aportación de liquidez. Y uno de los grupos mejor posicionados, según expertos mexicanos, es Repsol. El grupo que preside Antonio Brufau puede mostrar su experiencia en la exploración de aguas profundas -como en Brasil-, y es que una de las metas es la explotación de los recursos del Golfo de México que se califican de «muy abundantes».

Si bien Repsol cuenta en ese país con un bloque de explotación de hidrocarburos y desarrolla otras actividades electricidad, biocombustibles y gas natural licuado, la alianza industrial suscrita por ambas compañías, cuando Pemex redujo su participación en el capital de la compañía española al 9,5%, está lejos de haberse desarrollado. Ahora otro de los proyectos se centra en la creación de una filial que desarrollaría esas nuevas actividades, incluidas la exploración y explotación del gas shale, del que México contaría con elevadas reservas En un reciente comunicado al organismo regulador de la Bolsa de Nuevas York, (SEC, en sus siglas en inglés), la petrolera mexicana reconoce que está interesada en las técnicas de Repsol en aguas profundas en el área de México.