Recuerdo haberlo visto en Marruecos, en casa de un humilde agricultor que vivía en el medio de ninguna parte. También lo ví hacer a mi abuela: ponía la leche en un recipiente, lo tapaba con una manta, lo colocaba debajo de una cama, en una habitación oscura y al cabo de un tiempo teníamos yogur. Sí, ahora los puristas dirían que las bacterias y todo lo demás, pero entonces aquel yogur nos sabía riquísimo.
Después, llegaron las yogurteras eléctricas. Quién más quien menos ha comprado (o heredado) una, y es cierto que el resultado es mucho mejor que cualquier yogur del mercado. Más económico también. Pero, ¿qué dirían de un sistema que recupera lo mejor de ambas formas de hacer yogur, sin ningún riesgo para la salud, a prueba de bacterias? ¿Un aparato que hace yogures, kéfir o queso fresco y que además no necesita luz eléctrica? ¿Imposible?
Pues no: las cosas más extrañas y maravillosas se pueden descubrir cuando uno es curioso y se echa a la carretera. Y justo cerca de la carretera de Tui, localidad de Pontevedra, es donde se encuentran los creadores del anterior cambalache para hacer yogures. Hablamos de Avances Bioquímicos Alimentación, Abiasa. Pero cuidado, no vayan a pensar que el incubador Yogotherm es su única invención. Para nada: de hecho esta pequeña pyme familiar se dedica a la producción de fermentos, enzimas y probióticos. Una gran parte de los quesos que puede encontrar en el mercado español están fabricados con sus fermentos, por ejemplo. Y no solo eso, esta empresa que emplea a 9 personas es pionera en España en la fabricación de probióticos (microorganismos vivos que, consumidos en cantidades suficientes, tienen efectos beneficiosos sobre el organismo). “Somos los únicos fabricantes de fermentos de España, hay distribuidores pero no hay más marcas españolas competidoras, solo extranjeras”, explica el señor Dagá, patriarca de la familia al frente de la empresa.
El origen de Abiasa se remonta a los años cuarenta. Es entonces cuando el doctor José Mª Rossell, científico español estudioso de las bacterias lácticas, funda el Instituto Rossell en España, tras haberlo hecho previamente en Canadá. Diez años más tarde estaban elaborando fermentos para la fabricación de yogur y quesos. En los ochenta nacería Abiasa y unos años después, su departamento de I+D. La apuesta por la innovación es tal que la compañía incluso desarrolla I+D a la carta para otras pequeñas empresas que no se pueden costear un departamento propio.
Su actividad les ha valido distintos premios y reconocimientos a la innovación pero cuando se le dice esto a este afable emprendedor, él hace prueba de modestia: “Todos mis hijos hicieron carreras de Ciencias. ¿Solo científicos en la casa? Bueno, científicos no, “maciñeiros” (curanderos)”, dice mientras ríe.
Entre otros, venden a Polonia, a Italia y también producen la enziobioma de kéfir para la población árabe. Pero, ¿y lo de la yogurtera? La línea doméstica de la casa, Yogotherm, es idea de una de las hijas de Dagá, quien cuenta con un laboratorio en Canadá. El sencillo aparato (cubo rodeado de espuma de poliestireno) permite hacer en casa yogures (con cualquier tipo de leche, incluso desnatada), kéfir, queso fresco, cuajada… Y es que no solo de pan vive el hombre.
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