Tocata y fuga de Rajoy

18/09/2013

Luis Díez.

Cuentan que Séneca, el instructor de Nerón y venerado filósofo del estoicismo, acumuló millones de denarios con sus manejos en la política imperial romana hasta que llegó un momento en que fue acusado de ladrón y tuvo que devolver la pasta y, ya caído en desgracia, se tomó un lingotazo de cicuta y se fue al otro barrio. Al extesorero del PP, Luis Bárcenas Gutiérrez no se le pide que haga un favor al presidente Mariano Rajoy similar al del filósofo cordobés ni a su esposa, Rosalía Iglesias, que se dedique a escribir versos como la compañera de Lucio Anneo y madre del retórico de Hevia. No es eso. Rajoy no se lo pidió porque confiaba en la calidad de ambos y, por otra parte, la política le era propicia en las encuestas y votaciones. Eso sin contar que los sacrificios supremos son cosas de romanos y están fuera de lugar en la corrupta Europa, como bien dijo la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en una rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, cuando se descubrió parte de la fortuna del extesorero en Suiza y ordenó que le confeccionaran una comparativa de nuestro entorno.

Ese empeño de Rajoy en proteger a Bárcenas le llevó este miércoles a huir del Congreso en vez de enfrentarse a las interpelaciones de IU y del PSOE sobre la corrupción y las mentiras que le persiguen como su sombra. A la primera interpelación, protagonizada por el portavoz de Izquierda Plural, José Luis Centella, contestó el titular de Justicia y Notario Mayor del Reino, Alberto Ruiz Gallardón, de una manera hueca y con modales de abogado defensor. Sus argumentos fueron: “El presidente Mariano Rajoy es un hombre honrado” y “fíjense si creo en él que he unido mi suerte política a la suya”. ¿Cabe mejor defensa? Sólo que la ponencia creada hace más de un año a iniciativa de IU para abordar la corrupción política no se ha reunido ni una sola vez porque, según denunció Centella, a la mayoría absoluta del PP le va bien seguir así.

Fíjense si le va bien que la economía la controla la Troika, que decide en qué se deben gastar nuestros impuestos –por ejemplo, en quitar 33.000 millones de euros a los pensionistas para dar 36.000 a la banca–; que la capacidad legislativa del Parlamento está jibarizada por las decisiones gubernamentales mediante decreto-ley, y que el control del presidente del Gobierno depende del propio presidente y ayer volvió a decir, en respuesta a Rosa Díez, que no le da la gana hablar de Bárcenas. No obstante, con gana o sin ella, los ciudadanos otorgan mayor credibilidad a un tipo que está en la cárcel que al presidente de gobierno. ¿Hay algo más penoso para un gobernante?

La segunda defensa de Rajoy ante la interpelación del PSOE, corrió a cargo de Sáenz de Santamaría, que aparte de la invocación de los Eres en Andalucía, dijo con la solemnidad que la caracteriza que el Congreso no es un tribunal de justicia. Y tiene razón. Es mucho más importante porque en él, los representantes elegidos por los ciudadanos dirimen las responsabilidades políticas. Y la de Rajoy consistió en mantener a Bárcenas e intentar engañar a todo el mundo, incluido el Parlamento, como enérgicamente desgranó la portavoz socialista Soraya Rodríguez Ramos. ¿O no es mentir con intención de engañar, dijo Rodríguez, afirmar, como hizo Rajoy, que Bárcenas no tenía nada que ver con el PP desde el 19 de abril de 2010 en que dejó de ser senador y causó baja en el PP?

Con los documentos de la Seguridad Social en la mano, Rodríguez demostró que, en efecto, Bárcenas se dio de baja como senador, pero el mismo día fue dado de alta como alto ejecutivo con contrato del PP. Su remuneración era tan elevada que sólo la superaba el propio Rajoy. En esa situación se mantuvo desde aquel 19 de abril de 2010 hasta el 31 de enero pasado. Y tampoco era cierta la afirmación de Rajoy de que había causado baja como militante, pues según los documentos que mostró la portavoz del PSOE, pagó las cuotas al partido del año 2011. Las mentiras de Rajoy se agravan por afirmar reiteradamente en el Congreso que cuando tomó posesión como jefe del Gobierno, el 21 de diciembre de 2011, no mantenía relación alguna con el tesorero. Incluso después de que se conociera la fortuna de Bárcenas en Suiza, en enero pasado, Rajoy siguió enviando mensajes de texto a su extesorero. Y no sería extraño que la negociación con el presunto delincuente siga su curso, aunque por vías menos directas. Se lamentaba Séneca en La Vida Bienaventurada: “Cuando recuerdo lo que dije siento envidia de los mudos”. Quizá a Rajoy le valga, aunque nunca reconozca sus mentiras.

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