Dejando al margen la catetez de algunas directoras de moda que no pisan ni el 080 catalán o la pasarela Cibeles madrileña y sin embargo, se les pega el dedo tuiteando en Milán o París o la pleitesía de la organización de MBFWMadrid al ponerles coche con “mecánico” a un blogero y a un periodista de moda local, que sólo son invitados a la pasarela madrileña. Decir que en la MBFWMadrid se empieza con ganas y se acaba con problemas para rellenar espacios vacios. Esa es la dinámica de una edición de desfiles madrileños que duran cinco días y que se complementan con unas jornadas de puertas abiertas por el llamado Cibelespacio. El primer día es como si todos tuvieran ganas de front row y en los últimos, te las ves y te las deseas para que no haya calvas. También hay gente que se interpreta con devoción para ser carne de cañón de los cientos de Street Style que se hacen en estas jornadas intensivas de moda. Saben que si se ponen un par de pollos fritos en la cabeza y se atan un caiman en la rodilla serán portada para todo el blogerio y no hay nada más reconfortante que verte egoretratado por todo el ciberespacio. Cibeles, de momento, no es el mayor escaparate de «interpretados» de mundo, pero van ocupando el lugar que han dejado las señoras de peluquería en globo con perfil rancio. Ahora hay mucha actriz, mucho artista y clientas de las compran los trajes con cash, que es una modalidad en extinción, dado el proceso de liquidación en el que se encuentra Modesto Lomba, el concurso de acreedores de Victorio y Lucchino, el cierre de Larrainzar y David Delfín y la ausencia de TCN, Kina Fernández, Alma Alguilar o Adolfo Domínguez. No lloren, que no es para tanto. Sabemos que Juana Martín cose y vende cuatro colecciones; baño, novias, Pret a porter y flamenca. A Etcheverria, Teresa Helbig y a Nicolás Vaudelet (aprovecho para sugerirlo como diseñador de Loewe) se los disputan en Oriente. DelPozo viste a las it girls internacionales y Juan Vidal es una realidad en ascenso. Gente que diseña, desfila y tiene una industria que respalda y vende sus creaciones, contribuyendo con su excelente trabajo a crear Marca España y a vestir a medio mundo, sin subvención. A ello también contribuiría la asistencia de la princesa Letizia, que debe tomar a la MBFWMadrid como un hecho menor, ya que su pie tan solo se ha posado en la pasarela para hacerse una foto con los diseñadores, un día que pasaba por allí.

Retomando el asunto del peso del front row moderno, decir que recae sobre las espaldas de los diseñadores del EGO y de Carlos Díez y María Escoté, en cuyo show pueden expandirse a gusto; Topacio Fresh, Bimba, Antonia San Juan o Roxy de Palma. Se aprecia una renovación en la primera fila de los desfiles de Cibeles y un escaparate mayor de productos en el Cibelespacio, así los asistentes se van llenos de bolsas rebosantes con revistas, cervezas, folletos y las uñas pintadas y el pelo ondulado… Y finalmente, hay otro rasgo en las primeras filas de los desfiles, el que mantiene un perfil bajo. En ese no dar la nota, se podrían situar la discreta embajadora de Emiratos, que ha sido tan low profile que casi nadie se ha enterado. También han sido muy discretos los dos compradores escandinavos, que andaban a la búsqueda de un talento textil español al que introducir en aquellas tierras del Norte, los cazatalentos de Inditex y hasta una sobrina de Amancio Ortega, el máximo patrocinador de la MBFWMadrid y el que nunca viene, por no venir no vienen ni sus bolsas de Zara o de Massimo Dutti.