Ha costado mucho. Más de medio año y una huelga general, pero al final Gobierno y agentes sociales han comprendido que no les queda otra que retomar el diálogo social. La seña de identidad de nuestro país, para envidia de muchos Estados europeos.

Pero es que además el diálogo social vuelve por la puerta grande. Más ambicioso jamás había sido porque el Gobierno quiere, necesita desesperadamente, un gran pacto social, no se sabe si al estilo de los Pactos de la Moncloa que tan beneficiosos fueron para la recién nacida democracia, o si al final todo quedará en agua de borrajas y habrá algunos acuerdos de cal y otros de arena. Lo importante es que nuevamente hay voluntad, y esa voluntad manifestada siempre ha sido la antesala de acuerdos.

Desde luego de lograrse, el Gobierno español daría un órdago a los mercados que tanta presión nos están azuzando. Si José Luiz Rodríguez Zapatero, después de tantos errores, alcanza acuerdos en materia de pensiones, desarrollo de la reforma laboral, políticas activas e, incluso, la tan repetida y no alcanzada hasta ahora reforma de la negociación colectiva, daría la campanada.

Tal vez de sus decisiones unilaterales que le pusieron de espalda a las necesidades sociales vuelva a retomar la senda de la confianza de propios y extraños, y confianza es lo que más necesita el país. De lograrlo, ni Angela Merkel le podrá dar ni un pero. Si consigue las reformas que con tanto énfasis le han demandado el FMI, la UE, la OCDE y expertos de todos los rincones del planeta, y encima va más allá, y reforma hasta lo que no le han pedido, tal vez los mercados dejen de considerar a la economía española como algo periférico. No hace mucho éramos el puente con África e Iberoamérica.