No son fotografías, sino historias

27/09/2013

Miguel Ángel Valero. La Fundación Mapfre muestra el sur de Estados Unidos a través de William Christenberry

Con frecuencia el arte puede significar que una persona de fuera vuelva la mirada hacia algo a lo que nunca perteneció, y se sienta como si siempre hubiera sido parte de aquello”. Esta frase de las memorias de William Christenberry (“Working from Memory”) puede ayudar a entender su obra, que se expone en la Sala Azca de la Fundación Mapfre en Madrid hasta el 24 de noviembre (en diciembre se trasladará al Centro José Guerrero de Granada). El título de la exposición no puede ser más acertado y expresivo: “No son fotografías, son historias”.

Porque Christenberry, cuya obra ha sido pocas veces expuesta en Europa pese a estar considerado como uno de los grandes impulsores de la fotografía en color, es un contador de historias, no simplemente un fotógrafo. Él mismo insiste en que no se siente un fotógrafo, sino un artista que utiliza, indistinta y simultáneamente, varias estrategias formales (pintura, dibujo, instalaciones, ensamblajes, esculturas) para expresar sus obsesiones.

Christenberry 2En definitiva, para contar historias sobre el sur de los Estados Unidos, sobre las consecuencias de la Guerra de Secesión, sobre el racismo de Alabama, sobre el Ku Klux Klan (no se pierdan el impresionante “The Klan Room”, una instalación compuesta por más de 300 piezas entre dibujos, esculturas, fotografías y otros objetos, sobre esta siniestra organización).

Pero también historias sobre el paso del tiempo, sobre el envejecimiento y el renacimiento de las cosas. Muchas de sus obras son escenarios donde Christenberry vivió su infancia y juventud en Hale County, lugares a los que vuelve cada verano para fotografiarlos durante años. Casas abandonadas, iglesias rurales, cementerios, muestran la obsesión del artista por “the aesthetic of aging”, la estética del envejecimiento, entendida como un proceso de decadencia y muerte pero también de resurrección.

Curiosamente, las primeras obras del artista norteamericano, realizadas con una pequeña Brownie a finales de los años cincuenta, servían únicamente como referencia para sus pinturas. Pero Christenberry apuesta por el color cuando éste era vilipendiado como demasiado comercial y artificial frente al blanco y negro. Además, saca partido a la fotografía amateur, no profesional: revelado industrial, pequeño formato, colores saturados y brillantes.

La Fundación Mapfre muestra más de 300 fotografías, 10 esculturas, el imprescindible “The Klan Room” y una selección de su colección de anuncios y objetos publicitarios.

 

26 años después que Evans

La exposición comienza con fotografías en blanco y negro de lugares y personales retratados por Walker Evans 26 años antes. Y sigue con edificios y situaciones de Alabama, las reuniones racistas, las calles de Memphis. Pero no se trata de fotografías documentales, son historias sobre la memoria y la identidad, en las que hay paisajes y edificios, letrero publicitarios, pero no personajes.

Cristenberry 3Muy interesantes son las series de fotografías que reflejan, año tras año, el envejecimiento y la transformación de un edificio, como la iglesia de Sprott, en Alabama. Y las “Building Constructions”, con las que da una dimensión escultórica a sus fotografías de iglesias y de casas.

La muestra termina con el principio: la infancia, la casa familiar en Stewart, fotografiada sistemáticamente desde 1977.

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