Ayer, bajaba las escaleras que llevan al interior del metro. Había un hombre sentado de cuclillas, jugando con un juguete de esos que ya ningún niño quiere. Una maquinita de esas, cuadradas, de plástico, de encestar una bola en una mini canasta, sin contador incluido, hay que contar de cabeza. Sonaba como un «clic, clic» cada vez que el hombre tiraba de la pequeña palanca. Se le veía feliz. Y mantuve la mirada fija en esa imagen. En aquel hombre que se entretenía con un juguete al que ya nadie haría caso. Tenía la cama al lado: un par de cartones y una manta vieja/usada que habría recogido de algún contenedor de basura. Y me pareció ese hombre, por su rostro, por su empeño jugando al juego aquel, un hombre solitario y feliz. Y pensé en lo tristes que somos nosotros, que teniendo todo, o al menos, lo más importante, nunca estamos conformes con nada.

Minutos antes me cruzaba con una pareja que se declaraba amor eterno, en rebajas, en la puerta de una tienda en cuyo escaparate había dibujado un corazón rojo, grande. Quedaban enmarcados dentro de ese corazón rebajado. Y me pareció bonito.

La gente, como estamos en rebajas, caminan contando monedas de cabeza. Yo, como tengo mi cuenta bancaria tiritando de frío, me conmuevo con la gente, cuando les escucho hablar de lo barato que está todo, de las cosas que se compran y entonces, pienso, que a mí me gustaría poner mis letras en rebajas también. Letras de amor, en rebajas. Sería bonito. A ver quien las compraba.

Escribiría poemas y los vendería en las esquinas. Poemas rebajados. Poemas con dolor rebajado. Con ausencias rebajadas. ¿Le echas de menos? pues compra este poema rebajado y verás tu, te rebajará esa pena, ese dolor, esa ausencia. ¿Tienes miedo a perderle?, pues lee mis poemas, compra mis poemas rebajados, ya verás como rebajarás tu miedo, lo diluirás tranquilamente. Miedo rebajado, eso es lo que necesitamos todos. Sería buena idea vender mis poemas rebajados, aunque tal vez nadie se detendría en mi esquina a admirar mis poemas, ni valorasen la idea de que las palabras pueden calmar cualquier tipo de dolor. Que te pueden cambiar por dentro. En este caso, rebajar.

Y bueno, este fue mi pensamiento en un día de rebajas. Escuchaba a mis amigos decir que ya se han quedado sin trabajo, lo mal que está todo, que les quedan 3 o 4 meses de paro. Y entonces se escucha la tierra moverse. Un crujido bajo nuestros pies. Y toda esa gente que se mueve, con bolsas en las manos, con prisas para llegar a tal tienda y pillar la mejor oferta, son gente de cuyas vidas nos dista un mundo.

Así que hacía algo de frío en mi cuenta bancaria llena de ceros por delante, y ceros por detrás. Y la ciudad era un ir y venir de gente y de pensamientos que se rompían nada más rozar el suelo.

Y una chica sentía miedo a la vida. A todas las cosas. Y miraba al suelo mientras caminaba, creando una alfombra de tristeza infinita. Porque ella caminaba con sus pasos rebajados a conciencia, sintiendo un miedo que se podía incluso tocar, y de ahí nació en mí la idea de escribir esto, un artículo rebajado, para afrontar la crisis, los miedos, las rebajas y eso.