La falta de acuerdo entre demócratas y republicanos no se refiere exclusivamente a que no hayan conseguido aprobar un presupuesto. En los últimos días han sido incapaces incluso de pactar una medida de emergencia que dotara de fondos a la administración para evitar el cierre.
El pulso se ha extendido a todas las facetas de la economía y enturbia la aprobación del presupuesto para 2014, cuyo ejercicio comienza hoy, y la elevación del techo de deuda, imprescindible para que Estados Unidos pueda hacer frente a los pagos comprometidos con los inversores en bonos del Tío Sam, con lo que la situación puede deteriorarse aún más.
En el centro del enfrentamiento se encuentra el programa de asistencia sanitaria universal conocido popularmente como ObamaCare, una extensión del poco eficaz MediCare a la que los republicanos se oponen con todas sus fuerzas por entender que no es necesario, que supondrá un aumento del gasto no asumible y que forzará a una subida generalizada de los impuestos.
La estrategia republicana ha sido la de utilizar su mayoría en la Cámara de Representantes para «tachar» sistemáticamente todas las partidas presupuestarias destinadas al MediCare, de forma que lograron aprobar un presupuestos sin fondos para el programa sanitario, una de las promesas estrella de Obama en su campaña electoral.
En el otro bando, la mayoría demócrata en el Senado ha repuesto las partidas del MediCare a las cuentas y las ha aprobado íntegras, devolviéndolas a una Cámara que las bloquea de nuevo. Y así sucesivamente y sin que haya sido posible la negociación entre dos partes cada vez más enfrentadas.
En estas condiciones, sin presupuesto y sin elevación del techo de deuda, se llegó a la hora tope, las 0,00 de hoy, momento en el que ha entrado en vigor una orden de «cierre ordenado» del Gobierno, emitida desde la Oficina de Gestión y Presupuesto de la Casa Blanca.
El presidente Obama ha estado negociando hasta última hora del lunes para forzar un acuerdo entre republicanos y demócratas en el Congreso, advirtiendo de que el cierre del Gobierno tendrá un «impacto real» en la economía del país norteamericano.
En una comparecencia pública, ha instado a los líderes políticos a «actuar de forma responsable», subrayando que el Congreso tiene como principales responsabilidades «aprobar un presupuesto y pagar las facturas a tiempo».
Además, ha llamado por teléfono a todos los lideres del Congreso: el republicano John Boehner y la demócrata Nancy Pelosi en la Cámara de Representantes, y el demócrata Harry Reid y el republicano Mitch McConnell en el Senado, para persuadirles de que limaran sus diferencias.
«Es hora de dejar los juegos políticos y de aprobar un presupuesto claro que evite el cierre del Gobierno», escribió la Casa Blanca a través de su cuenta oficial en la red social Twitter, cuando ya se alejaba la posibilidad de acuerdo.
Se trata del 18º cierre de la administración pública estadounidense desde 1976. El último precedente se remonta a la Presidencia de Bill Clinton. Entonces, el bloqueo presupuestario se prolongó entre el 5 de diciembre de 1995 y el 6 de enero de 1996.
Aunque, de momento, se desconoce la dimensión de las consecuencias del cierre del Gobierno, la Casa Blanca calcula que dejará en sus casas a 700.000 funcionarios y que costará unos 10.000 millones de dólares semanales a la economía estadounidense.
Desde el Gobierno han garantizado que no afectará a los servicios públicos esenciales. Obama ya ha firmado un proyecto de ley para garantizar los pagos a los miembros de las Fuerzas Armadas y, con ello, la seguridad del país.
En este contexto, la Casa Blanca, al formalizar el cierre del Gobierno, ha vuelto a instar al Congreso a «actuar rápidamente para proporcionar un puente a corto plazo que garantice el tiempo suficiente para aprobar un presupuesto para lo que queda de año fiscal».
Siguiendo este consejo, la Cámara de Representantes ha formalizado su petición de una «conferencia legislativa». El Senado la discutirá a las 9.30 horas (15.30 horas en España), pero Reid ya ha adelantado que, salvo cambios imprevistos, será rechazada.
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