Una caja de sorpresas. En eso se convirtió el pleno del miércoles, 9 del corriente, santos Abraham y Dionisio. Protagonizaron la primera tres jóvenes activistas del colectivo Femen, que ha logrado una gran repercusión internacional con sus saltos. Contestaba el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, a la diputada de UPyD Irene Lozano sobre el tratamiento penal a quienes ayuden a inmigrantes indocumentados cuando estas jóvenes, cuyas fotos e imágenes de televisión ya habrán visto ustedes, se desnudaron de cintura para arriba y en tetas y a lo cuerdo comenzaron a gritar el lema que llevaban escrito en su piel: “Aborto es sagrado”, y dos se encaramaron a la barandilla del palco de invitados. Los ujieres y los inspectores policiales las desalojaron. “Procedan con cuidado”, les indicó por el micrófono el presidente Jesús Posada. Algunos diputados de IU las aplaudieron y algunos del PP gritaron: “¡Fuera, fuera!” Gallardón recriminó a los izquierdistas por aplaudir a las interruptoras de la sesión y Cayo Lara le replicó lamentando que el PP aplauda medidas sociales tan crueles como las que está aplicando su Gobierno. En otras palabras, que a ninguna mujer le gusta verse abocada a tener que abortar.

La segunda sorpresa de la mañana la protagonizó Alfredo Pérez Rubalcaba con su pregunta al presidente Mariano Rajoy sobre si la política gubernamental sirve para mejorar la calidad de vida de la gente. Rajoy no se esperaba la petición del socialista de que suprima las medidas “especialmente crueles” de denegar la asistencia sanitaria a los inmigrantes en los centros de salud y de aplicar el copago a los medicamentos que dispensan las farmacias de los hospitales a los enfermos crónicos y pacientes con enfermedades graves que los necesitan, no para curarse, sino para seguir viviendo. Y como no esperaba que Rubalcaba se refiriera a esa “chapuza” que varios gobiernos autonómicos –también algunos del PP– han rechazado, no contestó y tiró por elevación sobre lo mal que estaba todo hasta 2011 y las medidas que ha tenido que tomar para corregir los desequilibrios. “Vamos a mejor, hemos salido de la recesión”, resumió tras aportar el dato del 0,3% de inflación del último trimestre, el freno al desempleo la destrucción de 100.000 empleos menos que el año anterior y 31.000 empleos juveniles más, sin contar el ahorro de 5.000 millones por la bajada de la prima de riesgo.

La tercera sorpresa salió de la boca del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, cuando en respuesta a Lara afirmó que “lo salarios no están bajando en España, sino moderando su crecimiento”. El dirigente de IU le replicó entonces: “Póngase de acuerdo con Rajoy que ha dicho en Japón que los salarios están bajando y que inviertan aquí porque tendrán más beneficios”. Lara le reprochó la congelación del sueldo a los empleados públicos y la bajada a los pensionistas habida cuenta de que sus pagas sólo se revalorizan el 0,25 frente a una inflación prevista en 2014 del 1,5. Por lo visto, Montoro no sólo desmiente a Rajoy –que hablaba muy en serio a los nipones y no tenía la menor intención de engañarles como chinos–, sino también una realidad recogida incluso en las estadísticas oficiales, pues las encuestas del INE muestran que los costes salariales llevan tres trimestres a la baja. La sorprendente falta de rigor del profesor Montoro en sede parlamentaria, si no fuera triste, serviría para hacernos reír como ese buen cine que echa en falta, en este caso, de los hermanos Marx.