Camareros ineptos

17/01/2011

Aguinaga y Romero.

¡Esto es inconcebible y caro! Nos hemos dedicado durante este mandato a preparar a jóvenes camareros y el resultado, según he podido comprobar en una ronda de inspección con unos amigos que me ha hecho llegar a casa en condiciones un poco peculiares, es lamentable.

Muchas clases de inglés y francés para que entiendan a los turistas cuando piden una cerveza (porque parece que los extranjeros no saben pedir por señas lo que quieren beber, al igual que hacemos les españoles cuando salimos fuera y nos manejamos tan estupendamente), y se están olvidando de lo fundamental, que es cuidar al paisano.

Como digo: un horror y un montón de dinero público tirado a la basura porque estos son unos ineptos. Vas a un bar y te pueden saludar en varios idiomas (éstos se olvidan que desde que besé a primera novia me gustan todas las lenguas), pero, y aquí viene lo fundamental, les pides un simple, un normal, un tradicional aperitivo como es Campari, y parece que estás hablando con un camarero de la fisión nuclear en 1940 (y puede que de eso sepan porque todos son licenciados en paro y reconvertidos al sector servicios).

Un Campari, un simple Campari, y tienes que oír la peor frase: ¿y eso qué es? Como no quiero entrar en discusiones con posibles votantes pedimos una ronda de Cynar. Y ocurrió otro cuarto de lo mismo. Y entonces tengo que calmar a los que vienen conmigo que, aunque son del partido, no se juegan la reelección como yo. Lo peor fue cuando uno de los parroquianos pidió Pernod. ¡Anatema! ¡Anatema! . Me imagino la trifulca que podía haberse liado si pedimos Licor de Café, Tia María, Resolí, Lágrimas del Jabalón, Quina Santa Catalina, Anís Paloma o Cantueso. Al final tuvimos que beber cerveza, que de eso sí que tenían, aunque no saben tirarla.

Y no se vayan a creer que era un bar con camareros ecuatorianos o guatemaltecos o recién escapados de La Araucana, que son los que se están quedando con los bares porque son los únicos que aguantan largas jornadas y poco sueldo. No. Era un bar regentado por nativos, es decir, por españoles. Si, españoles de esos que si pides una copa de coñac –que realmente es de brandy pero bueno… no vamos a liar más la cosa- te preguntan altivos con su soberbia ignorante ¿con hielo?. Qué sabrán estos analfabetos enciclopédicos lo que es coñac.

Menos mal que decidimos irnos luego a un bar gallego que estaba a cincuenta metros. ¡Sorpresa! Estaba regentado por chinos. Pedimos una ración de pulpo a la gallega. Y tenían. Y nos lo tuvimos que comer y estaba bueno. Y aquí empezó la guasa: que me ponga una ración de zamburiñas. Y tenían y nos las tuvimos que comer. Y que me ponga una ración de navajas. Y tenían y nos las tuvimos que comer. Y les pedimos una ración de rabas. Y tenían y nos las tuvimos que comer (y además estaban muy buenas). Y ahora mejillones en salsa de tomate. Y también tenían (y buenos). Y claro, para acompañar la ingesta tuvimos que beber buenos caldos (que también tenían). Y acabamos jugándonos la cena a los chinos. Y sabían. Y nos ganaron, que para eso son chinos y cuando les miras a los ojos no sabes si te están engañando.

La chulería nos costó lo que no está en los escritos. Y cuando salimos tuvimos que hacer lo más razonable: vomitar- Tanta comida de mar no debe ser buena para el cuerpo, porque al vino no hay que echarle culpa, que estaba bien bueno. Menos mal que a esas horas los votantes están en casa dormidos.

Y lo que más me jodió es que sabiendo sólo chino nos entendieron perfectamente. Vamos productividad y ganas de trabajar. Igual que los camareritos españoles.

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7 pensamientos en “Camareros ineptos

  1. Sr. Concejal, yo le aconsejaría ir menos a los bares. Uno nunca sabe en qué manos está. Cuestión muy pertinente cuando se trata del beber y del comer.

  2. Señor concejal, en la ciencia política usted es excepciónal, en la administración un cara dura, como no podía ser de otra manera, pero por lo que veo es ducho en bares, y eso le honra, porque qué mejor que una taberna, un mesón o una cafetería para conocer las preocupaciones de sus gobernados. Así que a «Prof. Ayomá» ni caso, ese es de lo que se piensa que uno va al bar a refrescarse. Siga usted así de campechano. A todo esto, si encuentra algún bar en su feudo donde sirvan Resolí haga el favor de avisar.

  3. Parece que los bares son centro de polémica y broncas. Y más en estos tiempos en que no son muy recomendables ni para la lírica, ni mucho menos, para la política. En cualquier caso, para alguien acostumbrado a los terciopelos de los Hay-untamientos, no siempre es bueno pasarse por los bares y mostrar la jeta… sobre todo, si ésta sobra. De ahí mi recomendación al sr. Concejal, Korsakov. Hoy día… ya se sabe, van a por uno.

  4. Sr. Ayomá si lo que usted quiere es que cierren los bares dígalo. Pero si Prof quiere decir profesor recuerde que la cultura es la de los bares y no la de las sacristías ni la de las bibliotecas. Las bibliotecas son almacenes antiguos de libros. Que los hagan digitales y los pongan en internet en vez de hacer edificios donde los jubilados van a leer gratis la prensa. Y usted Korsakov lo veo muy cercano a la korrupcion de este koncejal que tiene menos koraje que Ayomá para decir que ayuntamiento está vaciando. Vaya peña son ustedes tres. Y los katalanes siguimos pagandoles.

  5. No habría usted de confundirse. En ningún momento he sostenido que los bares debieran cerrar, Sr. Monoliu. Ahora bien… la «cultura» esa de la que usted me habla, sí, de esa de bar… mal resultado: tipos acabados haciendo de plañidera porque no fuman, tragaperreros que esperan que les toque echando 1 euro mísero la fortuna de su vida para prescindir de su jefe y chonis desperdigadas masticando chicle, diciendo «tía» constantemente sin clase ninguna. Es como poner la tele Sr. Montoliú. Con esos estándares de cultura, tenemos la política que nos merecemos. Y lo pagamos entre todos, sr. Montoliú. Entre todos.

  6. He de recordarles que en este santo país, dónde se realizan los acuerdos y los negocios son los bares y restaurantes, y esa cultura no la podemos olvidar, sean legales o de pille. Aunque con la tropa de camareros de allende los mares e indígenas de la generación G.H. así nos luce la pelambre. Siempre la tarjeta platino de un concejal caradura será bienvenida, para que gracias a la exucsa de la ley antitabaco podamos echar a la calle a camareros ineptos y que la patronal gane más dinero y defraude más al estado, sobre todo en autonomías como en las que falsamente se afirma que su aportación a la caja común del estado es la mayor de todas las autonomías. Dejen trabajar a los profesionales del mangazo.

  7. Me sorprende que los lectores de esta pieza excepcional de humor genuinamente español en la línea del inefable Jardiel, que puede servir de inspiración a Eduardo Mendoza, de la que si hubiese podido gozar en sus páginas La Codorniz todavía estaría a la venta en los kioskos, en fin, emanada de la sapiencia y veteranía literaria de Aguinaga y Romero, sirva para que se viertan opiniones que parecen emanar de un piélago plagado de pelagatos. Por favor, señores, valoren al Diario de un Concejal como una obra de entrega al sentido crítico de la ciudadanía y obvien sus rastreras diferencias. Si en algo discrepan de esta opinión los Montoliu, Ayomá, Korsakov o Fendetestas y quienes parecen esconderse bajo esos seudónimos quedan emplazados a responder.

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