La fiebre del Tigre en la Ruta de la Seda

13/10/2013

Carmen Duerto. Lo más impresionante de esta etapa ha sido la caída de la tarde, llegando a Sayet. Cuando se desata la fiebre del Tigre porque hay tres cosas fundamentales para conducir en India; una buena bocina, unos buenos frenos y muchísima suerte. Añadiría también valor y decisión.

ruta_seda_pqLa salida del palacio del lago en Jaipur fue tan elegantemente decadente como la llegada. Bajo sombrillas de seda, con inclinaciones de cabeza, oliendo a jazmín y recordando a James Bond en «Octopusy». Aquí se rodó esa película. Nuestros híbridos nos esperan en tierra firme para llevarnos en Dungarpur a una recepción con un nieto del Marajá Udai Singnji II en su palacio de Udai Bilas al borde de un lago en el límite del estado de Rajastán. El príncipe nos recibe con pantalones de ante y nos acompaña por los salones, deteniéndose en la sala de trofeos de caza dedicada a animales africanos y otra a los cazados en India. No quiero herir corazones, pero sólo decir que asusta. Es un enorme zoo de cabezas colgadas y piernas escultura…El templo de mármol blanco dedicado a Shiva, ubicado en el lago enfrente del palacio,rodeado de nenúfares rosas compensa la visión. Y la sorpresa nos llega cuando abre un enorme garaje con coches clásicos que comenzó a coleccionar su abuelo el Marajá con Sinatra a todo volumen y veo mi coche, un Jaguar XK 120 en verde inglés en el que posó Ava Gadner cuando fue invitada por su abuelo, igual que Cary Grant o Elvis Preysler.

Salir de su palacio era regresar a otra realidad que convive en el mismo país. Un elefante por el arcén llevando cajas de comida, un dromedario tirando de un carrito de madera, las vacas a su aire, cientos de personas de un lado para otro por la carretera, ellas guapísimas vestidas con saris de colores y un paisaje verde, frondoso con ligeras montañitas en pico, que me recuerdan a Birmania. Esas vegetación no oculta las toneladas de basura en las aldeas, los chamizos negocios/vivienda, la gente viviendo en el suelo y los niños que te miran y te dedican una sonrisa blanca y sincera. Namasté de agradecimiento.

seda2Hoy toca comer en el coche porque la etapa es muy larga y las carreteras pésimas. Cuando llevamos 300 kms con un sol de justicia, el prototipo que nos precede revienta dos ruedas en marcha al impactar con un desprendimiento de piedras. El coche ni se tambalea. Avisamos por la radio y el convoy se detiene. Como si lo lleváramos ensayado, sin una orden, todo el mundo sabe su papel; uno de los cuatro Discovery que presta apoyó bloquea un carril de la autopista y el resto se alinea, el médico con chalecos reflectantes ahuyenta coches, tres técnicos trepan a las bacas, bajan ruedas y máquinas y en cinco minutos han cambiado las dos ruedas y equilibrado la presión. ¿Fórmula Uno? No, es profesionalidad premium. Entiendes por qué estos coches son los mejores de su especie porque todo suma. Ni una mala cara, ni un disgusto. Al contrario.

Seguimos ruta y caen dos sobres de lomo de guijuelo, uno de Joselito y unas tortas de aceite de Inés Rosales. Estamos tan concentrados con las viandas, con lo que vemos, con el paisaje frondoso y con la conducción que no ponemos ni música.

Se hace de noche sobre las seis y es como si nos añadieran kilómetros, hemos dormido poco y las cabezadas que damos entre los turnos de conducción no son suficientes. De repente, la autopista se transforma en un psiquiátrico, autobuses abarrotados de gente por el arcén a toda velocidad, los coches q habitualmente meten el morro pitando como posesos, se lanzan como locos entre los huecos de seguridad que dejamos entre los híbridos, aumentan los kamikazes en dirección contraria, los tuc-tuc y motos salen como enjambres de abejas. Se desata la fiebre del tigre.

seda3150 km más tarde llegamos a una ciudad en la que se intuyen fábricas un tanto siniestras en edificios que amenazan ruina. Cientos de puestos callejeros, mucha gente en los arcenes, poca iluminación y perros y vacas esqueléticos. Si te paras estas perdido. Nuestro Discovery líder no titubea y nos lleva al hotel de Sayat sin problemas. Al encontrarlo tan limpio descansamos, viendo la realidad que nos rodeaba ya me imaginaba durmiendo dentro de mi bolsa de viaje. Estamos tan cansados que lo único que puedo tomar es una ducha y a dormir. El reloj marca 23 horas y el despertador sonará a las 4 de la madrugada….Es bueno saber que los privilegios también cuestan.

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Un pensamiento en “La fiebre del Tigre en la Ruta de la Seda

  1. Disfruta todo lo que puedas, pues como bien sabes hay experiencias que solo se pueden tener una vez en la vida y si las has sabido saborear te dejan ese regustazo de los momentos de solera perpetua en el corazón que desea ayudar y ser complacido con cualquier instante nuevo o rememorado.
    Acuérdate de seguir narrando detales por nimios que parezcan, pues a los que nos gusta ser del mundo esto nos abre las miras y nos entusiasma.
    Felicidades por todo.
    Lucas y familia

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