La pequeña y mediana empresa (pyme) española ya está al nivel de sus homólogas del resto de Europa, aunque ha tenido que esperar diez años para hacerlo. Con la publicación en el Boletín Oficial del Estado de una circular del Banco de España, la 4/2013, de 27 de septiembre, entra en vigor el concepto europeo de pyme. El hecho de que una pyme pase de un máximo de 50 empleados a 250, de 5,7 millones de euros de facturación a 50 millones, y de unos activos de 2,8 millones de euros a 43 millones tiene más implicaciones de lo que a primera vista pueda parecer.

El Banco de España no sólo busca una adaptación al concepto de pyme vigente en el resto de Europa, vigente desde el año 2003. Sobre todo, pretende facilitar su financiación por parte de la banca, ya que al ampliar el concepto de pyme, un mayor número de préstamos podrán considerarse minoristas y, por tanto, tener un mejor tratamiento en cuanto a provisiones y al cálculo de activos ponderados por riesgo (sólo computa el 75% del importe del crédito). En otras palabras, un banco que concede un crédito a una pyme consumirá menos recursos propios que en la actualidad.

La decisión del Banco de España es coherente con los mensajes del ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, sobre la necesidad de que el crédito llegue a las pymes, que son las que crean empleo en España y sobre las que debe apoyarse la consolidación de la recuperación. Y llega tras la puesta en marcha, por Economía, del Mercado Alternativo de Renta Fija.

Preaviso

El Gobierno, de alguna manera, había anticipado la medida del Banco de España, mediante una enmienda del PP a la Ley de Emprendedores para reducir en un 25% el consumo de capital que suponía para los bancos dar crédito a las pymes. De Guindos ha anunciado también que la nueva Ley Financiera, que se aprobará a final de año, incorporará una medida de “preaviso” a los bancos que pretendan reducir el crédito a las pymes que estén al día en el pago de intereses y de su principal de sus préstamos.