Curiosa jornada la vivida ayer en los mercados americanos. Los integrantes del Dow Jones, los elefantes del mercado, se mostraron desde el inicio más ágiles que otros valores a los que se les presume mayor capacidad de movimiento, en tanto que los teóricamente más livianos, integrantes del Nasdaq Composite tardaron una eternidad en arrancar, aquejados de «manzanitis».  Se hizo verdad absoluta aquello de «mejor cuanto más grande»

El pre-market de Apple anunciaba lo peor condicionado por la baja por enfermedad de Steve Jobs, pero las acciones de la manzana se defendieron con uñas y dientes para limitar las pérdidas e incluso en el «after hours» subían sensiblemente tras la presentación de unos resultados en línea con las estimaciones más optimistas.

En el medio, las acciones «normales», las integrantes del S&P 500 quedaron en tierra de nadie, lastradas al comienzo por las tecnológicas y al final por no se sabe bien qué, seguramente por la inercia.

El caso es que una sesión que peude calificarse de eufórica para el Dow y de esas «de menos a más» para el Nasdaq Composite, queda parcialmente condicionada por la escasa respuesta del S&P 500 y por la igualdad entre valores que suben y valores que bajan, aunque bien pudiera ser una treta.

Me explico. Wall Street dio el tirón el viernes y hasta hoy no ha llegado la confirmación europea. El lunes no hubo jornada en Wall Street y puede haber sido aprovechada por los cortoplacistas para hacer caja con las ganancias rápidas, no vaya a ser que nos veamos metidos en breve en «mal de altura», que los 1.300 puntos del S&P 500 están ya a tiro de piedra y los números redondos suelen ser malos compañeros de los alcistas de corto plazo.

Al cierre, el Dow señaló un avance del 0,43%, el Nasdaq Composite se apuntó una subida del 0,38% y el S&P 500 remoloneó para dejar las ganancias en un escueto 0,14%. Ni qué decir tiene que en los tres casos se trata de máximos de 18 meses.