Pequeña historia de la Bolsa

19/10/2010

Lucía Martín. El 8 de octubre se estrena en España la segunda parte de la película Wall Street, acontecimiento que sirve de excusa para echar la vista atrás y contarles cuál fue el origen de los mercados de valores.

Cuéntame el pasado y te diré el futuro. (Confucio)

Dicen que la palabra “bolsa” tiene su origen en la Edad Media en la ciudad belga de Brujas: allí, en la casa propiedad de la familia Van Der Börse, se reunían para negociar mercaderes venidos de todas partes del mundo. En la fachada del palacete estaba el escudo de armas de la familia que se componía de tres bolsas de plata. La casa empezó a llamarse De Bursa, que luego evolucionó hacia Beurs y finalmente Bourse, denominación que acabó aplicándose a las bolsas europeas.

A mediados del siglo XVI las transacciones comerciales se concentraron en Amberes, donde se construyó, en 1531, el primer edificio dedicado exclusivamente al comercio de materias primas lo que puede considerarse como la primera lonja oficial de comercio. Unos años después, en 1592, aparecería el primer boletín con la lista de las cotizaciones.

Pero es realmente la ciudad de Ámsterdam la que acogería lo que podemos considerar como el primer parqué de la historia: a lo largo del siglo XVII el comercio se trasladó desde Amberes hasta Ámsterdam que acogió, en 1602, la primera lonja dedicada exclusivamente a la compra-venta de acciones. En 1611 se construyó un edificio dedicado a esta actividad, emplazamiento que estuvo operativo hasta 1835.

Holanda fue el centro financiero del mundo a principios del siglo XVII: allí nació el primer banco (1609) y se desarrollaron todo tipo de productos financieros como la deuda soberana, los contratos de futuro, etc.

También en esta época tuvo lugar el primer crack bursátil de la historia, protagonizado en 1688 por la Compañía de la India Oriental Holandesa cuyos títulos se despeñaron tras años de subidas. Los inversores esperaban que un cargamento de mercancías fuera a reportar pingües beneficios para la compañía y sin embargo, el producto resultó ser de una calidad inferior a la esperada, así que los títulos cayeron en picado. El crash bursátil tocó a un español, José de la Vega, que ese mismo año, 1688, publicaría el libro Confusión de confusiones. Diálogos curiosos entre un filósofo agudo, un mercader discreto y un accionista erudito. Este judío, se dice que originario de Andalucía, fue poeta, filósofo y un especulador apasionado: en su obra recrea el ambiente de la Bolsa de Ámsterdam en una época de plena ebullición financiera.

Los orígenes del glamuroso Wall Street, hoy vértice mundial de las finanzas, también son curiosos: su nacimiento estuvo relacionado con las reuniones que unos brokers mantenían debajo de un árbol. En 1752, la ciudad de Nueva York tenía un mercado en Wall Street donde se comerciaba con tabaco y bonos. Un grupo de brokers especializados en acciones empezó a citarse bajo un árbol situado en esta pequeña calle de Manhattan. Esos fueron los comienzos de lo que en 1817 pasó a denominarse New York Stock Exchange, NYSE. Y, para los más curiosos: la palabra broker viene del francés brochier que se refiere a los que abren los barriles de vino. La denominación se aplicaba a los comerciantes que compraban vino por barriles a los agricultores para venderlo por copas posteriormente.

Para saber más:
La Bolsa y la Vida. Breve pero apasionante historia de la Bolsa. José Poal Marcet (Granica).
250 frases y experiencias sobre las Bolsas de Valores. Eduardo J. Menéndez (Gestión 2000.com)
Confusión de confusiones. Diálogos curiosos entre un filósofo agudo, un mercader discreto y un accionista erudito. José de la Vega. Profit Editorial.

¿Te ha parecido interesante?

(-2 puntos, 2 votos)

Cargando...

Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.