Hacer un resumen de lo que hemos avanzado, a nivel global, desde el comienzo de la crisis podría llevarnos, según los distintos puntos de vista, más o menos tiempo. Pero en lo que estaríamos todos prácticamente de acuerdo es que en las diferentes velocidades de salida que se están adoptando dependiendo del país del que estemos hablando. Así, frente a regiones que experimentan crecimientos de doble dígito nos encontramos con países a los que la palabra “crecimiento” les suena lejana. Y es precisamente esto lo que obliga a las autoridades monetarias a adoptar políticas muy diversas. Por un lado, tenemos Bancos Centrales que, desde hace varios meses, ya han comenzado a elevar tipos (como es el caso de Australia) y otros que no dejan de mostrar su apoyo a la recuperación económica y están dispuestos a poner en práctica nuevos estímulos. Un ejemplo de este último caso podrían ser la FED o el Banco de Japón (quien, en un movimiento que ha sorprendido al mercado, ha bajado los tipos y ha anunciado mayores inyecciones de liquidez a través de la compra de títulos de deuda).

Precisamente estas diferencias, junto con la aplicación de las políticas de reducción de déficit en la mayoría de los países desarrollados, creemos que contribuirán a mantener la volatilidad en niveles elevados. Por eso pensamos que, en los próximos meses, serán aquellos inversores capaces de resistir los vaivenes del mercado los que resulten ganadores puesto que, a largo plazo, la inversión en bolsa es una apuesta clara.

El reciente estudio realizado por BME así lo pone de manifiesto, reflejando que en los últimos 30 años la inversión en renta variable ha alcanzado resultados positivos en todos los períodos superiores a seis años en términos corrientes. Con lo cual, para aquellos más nerviosos… calm down!!! Si no, mejor no estar donde no se está preparado para estar.