¿Se pudo prever la crisis financiera?

19/10/2010

Rafael García de Serfiex.

La crisis financiera se inició a finales de julio de 2007 y aún no sabemos si ha terminado. En estos tres años hemos aprendido que los acontecimientos catastróficos -ésos a los que los expertos en estadística les asignan una probabilidad de una entre 10.000- ciertamente ocurren; que ocurren más a menudo de lo previsto y que, además, pueden ocurrir varios a la vez.

También hemos aprendido que el riesgo de liquidez estaba subestimado. El riesgo de liquidez es la pérdida que sufrimos al vender nuestro activo y no encontrar a nadie que lo quiera comprar a precios razonables de mercado. Hasta julio-2007 casi todos los activos –ya fueran buenos o malos- se podían vender sin un quebranto significativo en su precio: desde las siempre líquidas acciones de Telefónica o las ilíquidas “participaciones preferentes” de los bancos y cajas, hasta los bonos de Lehman Brothers, los fondos de Madoff o un apartamento en la playa.

Es como si en ese verano del 2007 nos hubiésemos levantado de un maravilloso sueño y, de repente, el mundo fuera distinto, más inhóspito, menos seguro, más catastrófico, menos líquido. Desde aquel verano los mercados financieros empezaron a emitir señales indicándonos que algo estaba cambiando y además de forma rápida y abrupta. De hecho, los principales indicadores del riesgo de crédito y liquidez se deterioraron significativamente.

Los CDS (Credit Default Swap) son contratos de seguro por el cual su comprador, a cambio de una prima, se cubre de la eventual quiebra de un emisor. En agosto de 2007 los precios del los CDS de emisores financieros y no financieros ya había doblado con respecto a los de un mes antes y a finales de año se habían multiplicado por cuatro. Si comparamos el precio de un CDS (la prima pagada por la cobertura) con la prima que pagamos por un seguro de vida, es fácil entender su funcionamiento. Si bebo, fumo, tengo colesterol e hipertensión, la prima de mi seguro de vida será mucho más alta que la de una persona sana. Eso no quiere decir que me vaya a morir mañana, pero si que tengo más probabilidades y por eso la compañía de seguros me cobra más. A finales de 2007, tan sólo mirando el precio de los CDS, era fácil afirmar que la economía internacional estaba en la UVI.

Es cierto que nadie tiene la bola de cristal. Ni sabemos cuando nos vamos a morir (afortunadamente) ni sabíamos en diciembre 2007 que Lehman Brothers iba a quebrar; pero si sabíamos que su salud -y la de otros muchos emisores- no era de hierro ya que los indicadores de su solvencia se estaban deteriorando rápida y significativamente. Este deterioro se manifestaba también claramente en otros indicadores como el “spread” de crédito o la volatilidad.

Negar la evidencia y decir que era imposible prever lo que se nos vino encima es, a mi juicio, una actitud simplista, irresponsable y temeraria. Aprendamos de las lecciones que nos va dando la experiencia de estar vivos. El deterioro manifiesto de los indicadores de la calidad de los activos financieros nos hubiera permitido, a finales del 2007, tomar decisiones respecto a la protección de nuestro patrimonio. Si en su día no las tomamos, aprendamos de nuestros errores para que no nos ocurra otra vez.

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