La debacle financiera encuentra a sus CSI

08/11/2013

Miguel Ángel Valero. Aristóbulo de Juan, Francisco Uría e Íñigo de Barrón hacen la “Anatomía de una crisis”

Era una apuesta arriesgada: un trabajo a tres manos para realizar la anatomía de la crisis iniciada en el verano de 2007 con el desplome del mercado de hipotecas subprime en Estados Unidos, y para tratar de explicar “cómo la mala gestión y la injerencia política cambiaron la vida de todos y provocaron el rescate financiero”.

Pero “Anatomía de una crisis” (Deusto, 350 páginas), elaborada por Aristóbulo de Juan (exdirector general de Supervisión del Banco de España cuando se produjo la entonces considerada mayor crisis bancaria de Occidente y exasesor del Banco Mundial, actualmente tiene una consultora especializada en bancos con problemas), Francisco Uría (exsubsecretario del Ministerio de Hacienda, ex vicesecretario general y asesor jurídico de la Asociación Española de Banca, y ahora es socio del sector financiero de KPMG), e Íñigo de Barrón (corresponsal financiero de “El País” y autor de “El hundimiento de la banca”, publicado por Catarata), es una obra de referencia para entender lo que ha pasado en la banca española en estos años. La debacle financiera que está sufriendo España ha encontrado a sus CSI, o a sus forenses, aunque desde luego no tengan el atractivo televisivo de Gil Grissom, Horatio Caine o Mac Taylor.

La obra tiene 14 capítulos. Y cada uno es un texto consensuado entre los tres autores, que finaliza con un debate entre ellos, donde cada uno formula sus propios puntos de vista sobre la cuestión. Desde las causas externas de la crisis, con una atención especial a la “ideología de la desregulación”, a la mala gestión y el elevado riesgo inmobiliario, descritos como “el corazón de la crisis”, pasando por los fallos de supervisión, o los errores de diagnóstico.

Aunque pueda parecer una estructura que dificulta la lectura, el debate es una gran aportación, que enriquece sobremanera el esfuerzo de explicación de las causas y de las consecuencias de la crisis. Es, sin duda, un gran acierto, hasta el punto de que el debate es, en muchos capítulos, la parte más interesante y atractiva.

La tesis central de la obra es que “la gran lección de esta crisis para las generaciones venideras es que, cuando tienes problemas en el sistema financiero, actuar rápidamente permite ahorrar mucho dinero y contribuye a evitar paro y recesión”, incluso aunque “los contribuyentes tengan que socorrer a los denostados bancos o cajas” (página 188).

Los autores insisten en que “la resolución bancaria debe ser rápida, y para que tenga éxito debe cumplir las siguientes etapas: intervención de la entidad, cambio de dueños, administradores y gestores, y venta con el saneamiento necesario a instituciones fuertes”. O, como alternativa, “saneamiento profundo y colocación posterior en Bolsa”.

“La recapitalización de la banca en 2008 hubiera tenido efectos muy distintos a la producida en 2012 y 2013”, resaltan los autores de la obra, que se muestran muy duros con la inacción de los Gobiernos de Zapatero al respecto, “dos años perdidos”, señalan aunque reconocen que la enfermedad que padece el sistema financiero se incubó en etapas anteriores, como la que encabezó José María Aznar, con Rodrigo Rato como ministro de Economía y Hacienda, y protagonista de la debacle de Caja Madrid y de Bankia. Conclusión: “Es más fácil curar al enfermo, que resucitar al muerto”.

Paisaje después de la batalla

Los autores no se limitan a actuar de forenses, a diseccionar la anatomía de la crisis. También miran al futuro. En este sentido, son una gran aportación tanto las páginas destinadas a las lecciones aprendidas (“transparencia, determinación y contundencia”), con 28 interesantes conclusiones, como a las nueve asignaturas pendientes.

Formulan dudas sobre si se ha completado la capitalización de los bancos y si han aflorado todas las pérdidas, y también sobre la capacidad de las entidades de generar márgenes y resultados sostenibles y recurrentes en medio de una crisis tan prolongada. Y plantean interrogantes sobre los frutos que generará la Sareb.

Concluyen con que la unión bancaria europea, con mecanismos únicos de supervisión y resolución de entidades, va a imponer un nuevo modelo de negocio para la banca española.

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