¿Puta o sumisa?

16/11/2013

Carmela Díaz.

Señor, señor, vivo en un ¡¡¡ay!!! permanente porque me cuesta sangre, sudor y lágrimas decidirme por uno u otro cliché.  Me encuentro ante una elección peliaguda: ¿me sumo al batallón de las putas o a la pandilla de las sumisas? Es taaaaan complejo decantarme entre la independencia, la libertad, la amplitud de paraguasmiras, la transgresión o lo comúnmente establecido, la tradición, la calma, lo predecible… Porque es a eso a lo que algunos descerebrados -o trogloditas, según se mire- siguen limitando a las mujeres: a blanco o negro, a libre o mansa, a animal doméstico o criatura salvaje, a frágil o guerrera, a virtuosa o pecaminosa, a puta o sumisa. Y lo peor es que se les sigue dando cancha mediática y social.

Por suerte, una gran mayoría hemos superado los esencialismos: ni varones ni féminas nos reconocemos en tópicos retrógrados. Aunque he de confesar con estupefacción y hondo pesar a partes iguales, que en los últimos tiempos los comentarios más sexistas que escuché, fueron escupidos por bocas femeninas. Esas señoras que en el siglo XXI potencian apología del machismo existen, se encuentran entre nosotras.

Carmela Díaz

Carmela Díaz

Una mujer es mucho más que descripciones manidas, que personalidades restringidas, que estereotipos predeterminados. De hecho, puede ser lo que dé la real gana y adoptar tantos roles como le plazca a lo largo de su existencia porque una hembra es sabia, poderosa, plena.

Las reivindicaciones y dogmas sobre lo femenino que suelen proceder de los mandamases masculinos son esperpénticos. Que si el cuerpo de la mujer, que si la sexualidad de la mujer, que si el papel de la mujer, que si la maternidad de la mujer… de boca de mandamases, imanes, togados, ministros, purpurados, talibanes y demás fauna con falo, provoca grima, la verdad. Siendo generosa y condescendiente ¡qué pereza dan estos pelmas! ¿Cuántas mujeres a lo largo de la Historia adoctrinaron acerca de cómo debe un hombre proceder con su cuerpo, su sexualidad, sus relaciones sentimentales o con el ejercicio de su libertad? Pues eso.

Por no hablar de la interpretación del amor de algunos ejemplares. El AMOR, obviamente, se trata de un sentimiento mucho más inmenso que las relaciones entre hombre y mujer o que el propio matrimonio en sí mismo. Ni me molesto en comentar ni una mísera letra acerca de la unión que algunos promueven, en el que uno manda y el otro obedece.

El genuino amor humano está por encima hasta de las palabras. Es admiración, generosidad, aguante, respeto, emoción, responsabilidad, esperanza, comprensión, confianza, tolerancia, complicidad, desinterés, colaboración, grandeza, eternidad, alma, mente, corazón y espíritu… El amor iguala, ilusiona, aporta, enriquece, fusiona, suma, no pone a uno por encima del otro. Los que amaron, aman, amarán, lo saben.

Dejemos que cada uno afronte sus sentimientos e intimidad como le plazca sin monsergas desde los púlpitos religiosos o institucionales, sin clichés obsoletos, sin superioridades morales, sin autoproclamados jueces supremos de procederes ajenos… Las interpretaciones de cada cual acerca de cómo ver, sentir, disfrutar y vivir la vida, no deben sentar cátedra, procedan de donde procedan.

Desde mi perspectiva individual, como persona y como mujer, yo elijo. La libertad personal termina donde comienza la libertad de los demás (incluyendo las perspectivas completamente contrarias a las propias). Que se apliquen el cuento quienes se sientan aludidos.

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