El Gobierno vetaría el ‘asalto’ de Pemex a la presidencia y activos de Repsol

20/11/2013

Tania Juanes. Si la empresa mexicana opta por seguir con su estrategia de lograr nuevos socios para hacerse con la gestión de la petrolera española, deberá hacerlo con el riesgo de que el Gobierno ejerza el derecho al veto por los activos estratégicos de Repsol.

Si Pemex había supeditado la compleja operación diseñada para hacerse, a través de socios, con el control de la gestión y de la estructura de Repsol, tendrá que cambiar de estrategia o enterrar sus objetivos. El Gobierno ha enviado, según medios consultados, un mensaje doble al grupo mexicano, así como al Gobierno de ese país: por un lado, que el movimiento afecta a una compañía privada, por lo que no en teoría no es materia del Ejecutivo, y otro que en parte contradice el primero, pero que deja más clara su posición.

Y está centrado este argumento en que se trata de una empresa energética estratégica, por lo que los cambios relevantes en el capital que supongan la toma del control podrían ser vetados. Repsol cuenta con activos como las refinerías que son considerados básicos para el suministro del país.

Cerrada esa vía, Pemex -que controal casi el 9,4% del capital- podría optar por ganarse el apoyo de los accionistas institucionales, como La Caixa (12%) o Sacyr (9,3%), a los que de nuevo ha tanteado, aunque estos socios no van a dar el visto bueno en una eventual junta para aprobar al relevo de Antonio Brufau de la presidencia de Repsol, y más si el Ejecutivo podría después ejercer sus derechos en contra de ese movimiento. Aunque no renuncie a que grupo afines compren acciones para apoyarle en sus objetivos, difícilmente logrará el 65% de los votos necesarios para cambiar al presidente, pese a que puede convocar una junta extraordinaria al contar con más del 5% del capital.

Una de las sospechas que levanta la intención de Pemex de buscar aliados -Carlos Slim ha desmentido oficialmente que forme parte del complot- es que no tiene dinero para comprar un 10% adicional de la empresa española, pero sí quiere tener acceso a su tecnología de exploración en aguas profundas.

Si este intento se cierra con un fracaso, y después de las declaraciones del primer ejecutivo de la compañía estatal, Emilio Lozoya, es probable que opte por vender el 9,8% que todavía está en su poder. Con todo, esta nueva crisis se produce cuando las relaciones económicas y empresariales entre España y México atraviesan una etapa de mayor colaboración. 

En este contexto, el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, ha elegido la diplomacia y ha asegurado que Pemex no tiene «absolutamente ninguna intención» de ampliar su participación en el capital de Repsol, actualmente situada en el 9,34%.

Soria aseguró que en una reciente reunión mantenida con el secretario de Energía de México, Pedro Joaquín Coldwell, y con el director general de Pemex, Emilio Lozoya, «ninguno de los dos manifestó absolutamente ninguna intención de incrementar el porcentaje de capital que actualmente tiene en Repsol».

De hecho, el titular de Industria aseguró que ambos le manifestaron su «deseo y sus ganas» de fomentar la colaboración entre ambas empresas, «fundamentalmente en todo lo que tiene que ver con actividades distintas a las que Pemex normalmente desarrolla» y en las que Repsol tiene una «ventaja competitiva», como es por ejemplo la industria del refino.

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