Radiografía de la patronal

22/11/2013

Miguel Ángel Valero. Miguel Ángel Noceda cree que la Ceoe debe refundarse y volcarse en la internacionalización de las empresas

En “Radiografía del empresariado español. ¿Emprendedores o apoltronados?” (editado por Los Libros de la Catarata), el corresponsal económico de “El País”, Miguel Ángel Noceda, hace un interesante relato sobre los avatares de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (Ceoe), utilizando como gancho el encarcelamiento de su anterior presidente, Gerardo Díaz Ferrán.

Pero después de leer sus 267 páginas (más 10 de índice onomástico), el lector no encuentra esa radiografía del empresariado español, sino datos y estadísticas más bien diseminados, no sistematizados ni ordenados, a lo largo de la obra. Ni tampoco halla respuestas a la pregunta planteada por el autor en el subtítulo. No termina de saber si el empresario español es emprendedor o un apoltronado.

La tesis de Noceda es que, al igual que la empresa española se ha internacionalizado para combatir la atonía del mercado interno, la patronal tiene la obligación de modernizarse, precisamente para dar respuestas a los cambios experimentados por cada uno de sus socios. Esa modernización quedó pendiente tras el relevo de José María Cuevas, presidente durante 23 años, por Díaz Ferrán. Decisión tomada por Cuevas y de la que muy pronto se arrepintió, como ha dejado patente el ya fallecido patrón de los empresarios.

Juan Rosell, el cuatro presidente de la Ceoe (el primero fue otro catalán, Carlos Ferrer Salat, ya fallecido), se encuentra ante “la imperiosa necesidad” de abordar la refundación de la patronal en un momento económicamente convulso. Para Noceda, Rosell “tiene ante sí el reto de ser el gran líder de una patronal moderna, adaptada a los nuevos tiempos y aglutinadora de todo el empresariado” (página 11).

El problema es que la patronal es un monstruo de 6.000 territoriales y sectoriales, con las grandes empresas haciendo la guerra por su cuenta, ya sea directamente o mediante lobbies, que es en lo que se han convertido asociaciones como la AEB (banca), Unespa (seguros), Unesa (eléctricas) o Seopan (constructoras), o instituciones situadas al margen de la Ceoe, como el Consejo Empresarial para la Competividad, el Círculo de Empresarios o el Instituto de Empresa Familiar.

La internacionalización, el nuevo impulso que debe recibir la marca España tras las crisis de Pescanova o de Fagor, el escaso peso de la inversión en I+D+i, la escasa colaboración entre la Universidad y la empresa, la falta de financiación, y otras deficiencias del tejido empresarial español están ahí. Lo mismo que su endémica falta de dimensión, “que hace de España una micronesia empresarial” (página 13).

 

El pasado marca el futuro

Como quien no conoce la historia, está irremediablemente condenado a repetirla, Noceda acierta al plantear la refundación de la Ceoe desde “el legado del pasado”. Así titula el quinto capítulo (páginas 68 a 91), posiblemente el más interesante de la obra. Allí se narran todas las peripecias que rodearon la constitución de la patronal, fijada en una cena en el restaurante Medinaceli (ya desaparecido), justo detrás del Hotel Palace de Madrid. Y en la que tuvo mucho que ver Fomento del Trabajo, la patronal catalana.

El eje Barcelona-Madrid, también conocido como “el puente aéreo”, es fundamental para los empresarios. También para la patronal. Más ahora con las tensiones independentistas que emanan desde Cataluña.

Rosell necesita un segundo, como lo fue Cuevas para Ferrar Salat, o Juan Jiménez Aguilar para Cuevas. Uno de los errores de Díaz Ferrán fue acaparar todo el poder en la Ceoe, además de tratar de utilizar el sillón presidencial de la patronal como escudo protector que resolvería los gravísimos problemas de su grupo empresarial y que terminaron llevándole a prisión.

Pero quizás la principal labor del presidente de la Ceoe sea atraer de verdad a las grandes empresas, que siempre han visto a la patronal como “algo contingente” (página 108). Una idea que plantea Noceda es revitalizar el consejo asesor creado por Cuevas y que existe ya en Fomento.

La obra termina con un mensaje: la empresa española sufre por su pequeño tamaño y por su escasa tecnología (página 267). Algo que la Ceoe debe “entender si realmente quiere modernizarse y representar a todas las empresas”.

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