Trasladar un libro a la gran pantalla es posiblemente una de las tareas más difíciles que hay. Cuando, además, la novela tiene millones de seguidores en todo el planeta lograrlo sin decepcionarlos es casi tarea imposible. Y no sólo por las elecciones de casting, casi siempre condenadas a no agradar a todos, sino también porque en las adaptaciones se traslada la visión que el director tiene sobre el texto, única y personal, dejando fuera detalles que, si bien algunos consideran superfluos, otros consideran imprescindibles.

El año pasado, la adaptación del primer volumen de Los Juegos del Hambre no triunfó en la taquilla debido precisamente a estos detalles, obteniendo críticas que acusaban a la película de carente de alma o fuerza dramática, algo de lo que la novela de Suzanne Collins iba sobrada. Sin embargo, con En llamas, el equipo de producción ha superado los obstáculos con nota.

La película vuelve a presentarnos a Katniss Everdeen, adolescente del Distrito 12 de Panem, ahora ganadora de la última edición de la reinvención del circo romano que son los Juegos del Hambre. Apartada de las garras del Capitolio brevemente, Katniss sólo aspira a llevar una vida lo más tranquila posible. Las pesadillas constantes y los traumas sufridos en la arena de juego han hecho de ella una persona asustada, pero que, como siempre, encuentra su fortaleza en la obligación autoimpuesta de salvar a sus seres queridos. Con ello en mente, y los despiadados ojos del presidente Snow sobre ella, la joven se embarcará en unos nuevos juegos, sólo que esta vez la arena es mucho más grande de lo que ella cree.

Con En Llamas, Jennifer Lawrence, Josh Hutcherson, Liam Hemsworth, Woody Harrelson y Donald Sutherland regresan al mundo distópico de Panem como Katniss Everdeen, Peeta Mellark, Gale Hawthorne, Haymitch Abernathy y el todopoderoso presidente Snow, respectivamente. Y si bien siguen tan brillantes en sus papeles como en la primera película, en esta ocasión el guión les permite dotar de alma y sentimientos a sus personajes, algo en lo que no triunfaron en la anterior. Katniss deja de ser una chica arisca e incapaz de sentir cariño por nadie que no sea su hermana para convertirse en una joven asustada de lo que la rodea, hasta el punto de intentar ahogar unos sentimientos que, sin embargo, reaparecen en momentos inesperados. Peeta deja de ser un mero comparsa para convertirse en una presencia fuerte, una balsa de tranquilidad a la que Katniss no puede dejar de agarrarse. Gale abandona la actitud enfadada pero indolente.

Pero el gran cambio proviene de Sutherland y su interpretación de Snow. Sin dejar de ser un hombre frío y calculador, capaz de sacrificar todo por la estabilidad de su reinado, podemos ver en su interpretación las grietas de un hombre preocupado por su familia; inteligente, sí, pero capaz de ser engañado por sus insaciables deseos de venganza. Un hombre, en definitiva, que ha perdido de vista la realidad por creerse demasiado el mundo que le rodea.

Dejando a un lado pequeños detalles, e introduciendo elementos narrativos nuevos que ayudan a que el espectador obtenga pequeños datos importantes para entender el conjunto, pero casi imposibles de trasladar fielmente del libro a la pantalla, el guion de Simon Beaufoy y Michael Arndt consigue imprimir a la película de las adecuadas dosis de acción y reflexión que hicieron de la saga un éxito. Parte de su éxito radica, además, en la capacidad que tiene de ofrecer un análisis de personajes en un solo vistazo. En una sola frase capaz de resumir toda una historia. Francis Lawrence (que también se encargará de la dirección de la tercera y cuarta parte de la saga) impone un ritmo que fluctúa entre lo frenético y lo pausado, combinando ambas velocidades con la maestría de un relojero suizo.

En Llamas es, en definitiva, una buena película y una gran adaptación que, esta vez sí, ha sabido captar la esencia de la trilogía de Collins.