Hace tiempo que no veíamos a un ministro del Interior perder los estribos como le ocurrió a Jorge Fernández Díaz en el pleno del Congreso del miércoles ante una interpelación del socialista Eduardo Madina. Y no crean que se le enredaron las patas del caballo en las concertinas con cuchillas de las vallas de Melilla, contra las que se ha pronunciado, por crueles e inhumanas, hasta la Conferencia Episcopal –téngase en cuenta que el ministro es fervoroso católico–; lo que le sacó de sus casillas fue la crítica del socialista Eduardo Madina al anteproyecto de ley de Seguridad Ciudadana que llevará al próximo Consejo de Ministros en sustitución de la ley Corcuera de 1992.

El secretario general del grupo socialista consideró el nuevo producto legislativo parte esencial de “un viaje ideológico” del PP que está reduciendo el concepto de “ciudadano” como sujeto de derechos y deberes al de mero “consumidor” que sólo tiene derecho si tiene dinero. Esa consideración, que afecta a derechos básicos como la educación, la sanidad, la ayuda a las personas dependientes, la alimentación, las pensiones, la vivienda y tantos otros, y que ha provocado y provoca oleadas y mareas de protestas, es lo que subyace en la futura ley, según el nítido discurso de Madina. “Ustedes destilan miedo y pretenden socializar el miedo con una ley para silenciar a la mayoría, contra la que saldremos a la calle”.

Fernández Díaz subió al estrado y, para empezar, descalificó “la cantidad de barbaridades y ridiculeces” del adversario, lo que provocó la protesta de los socialistas. El ministro les pidió compostura y el presidente, Javier Barrero en ese momento, ordenó silencio. “Porque claro, sin conocer nada ya anuncia que la recurrirán al Constitucional, hablan de intentona antidemocrática, de mayoría silenciada, de socializar el miedo…, y eso es una falta de respeto a la Cámara, a los que estamos aquí”, dijo el ministro, visiblemente enfadado. Los socialistas protestaron por la extraña forma de entender la crítica y Fernández Díaz volvió a tachar de “tonterías y ridiculeces” las observaciones de Madina. Luego el ministro añadió en tono irritado: “¿Pero quién se ha creído que es usted para hablar de intentona antidemocrática?, ¿a quién pretende impresionar? A mí no, no me da miedo”. No obstante aclaró: “Lo que nos da miedo son las tonterías que dice”.

El socialista replicó con la lectura de una ristra de opiniones cualificadas –desde jueces a guardias civiles, pasando por la coordinadora de ONGs– sobre el anteproyecto de ley elaborado por Interior, y tras lamentar que haya perdido los papeles, le arreó: “Con esta ley está derrotado y con esa intervención está solo”. Fernández Díaz argumentó que las sanciones administrativas son necesarias porque han decidido suprimir él título tercero del Código Penal y determinadas faltas quedarían sin sanción. Y en lo atinente a las multas de hasta 600.000 euros contra los manifestantes, preguntó a los socialistas que aprobaron sanciones de hasta 650.000 por violencia en el deporte si un recinto deportivo ha de estar más protegido que el Congreso de los Diputados.

El pleno dio bastante más de sí y nos dejó dos afirmaciones increíbles, una de Rajoy diciendo que “en 2013 no se ha destruido empleo” y otra de Montoro asegurando, también contra toda evidencia, que “jamás he dado una instrucción política a la Agencia Tributaria”; el anuncio del jefe del Gobierno de que permitirá a las Autonomías gravar los depósitos bancarios, como le pide CiU, aunque hace un año haya recurrido esos gravámenes establecidos por los gobiernos andaluz y extremeño, y el gesto de disgusto del ministro de Economía, Luis de Guindos, ante la exigencia de la socialista Leire Iglesias de que ordene a la Banca la revisión y supresión de las llamadas cláusulas-suelo de las hipotecas, que el Tribunal Supremo ha sentenciado abusivas. De Guindos prometió comparecer sobre el asunto.