Las últimas voluntades más extravagantes

16/12/2013

diarioabierto.es. Las incineraciones crecen y en muchas ciudades españolas ya superan a las inhumaciones. Pero ¿cuáles son las costumbres más habituales (o más extravagantes) al guardar o esparcir las cenizas?

En 2012 se realizaron más de 124.000 incineraciones en los casi 200 crematorios existentes en España. En algunas ciudades el porcentaje está llegando al 70%, como en Sevilla y Jaén; en otras, como Zaragoza, supera el 60% de los fallecidos. También en Valencia y Málaga las cremaciones superan a las inhumaciones. En 2007 la media española apenas llegaba al 23%. Pero, ¿cuáles son las costumbres más habituales – o más extravagantes – a la hora de guardar o esparcir las cenizas? ¿Y cuáles las causas de este crecimiento meteórico? Yatri, una empresa española pionera en el sector, desvela alguna de estas tendencias.

¿Qué hacemos los españoles con las cenizas de nuestros difuntos? Lo más habitual es esparcirlas en el mar o en lugares con un sentido emotivo para la persona fallecida; también es bastante común conservarlas en el hogar, en un recipiente especial (mini urnas); o incluso transformarlas en diamante, tras un proceso de cristalización. Son cada vez más numerosas las empresas especializadas en cumplir esas últimas voluntades, por muy complicadas que parezcan. Una de ellas es Yatri. Desde esta empresa explican algunos encargos que han realizado.

Urnas biodegradables que se esparcen o se entierran con una semilla o plantón, y de las que, con los años, acaba creciendo un árbol, símbolo de vida y unión con la naturaleza.

– Depositar las cenizas del difunto en el cráter de un volcán, para que en el momento de la erupción se mezcle con las cenizas del propio volcán y ambas se esparzan unidas para siempre.

– Enterrar las cenizas de sus abuelos en aquel lugar recóndito que fue su refugio durante la guerra, y que siempre quisieron que fuera su refugio postrero.

– Esparcirlas desde un helicóptero en medio de los Alpes, lugar donde el difunto y su esposa se enamoraron años atrás.

– Enterrar las cenizas en una urna ecológica y con un plantón de “Tejo”, árbol milenario y cuya corteza es componente de la medicación que se usa para combatir el cáncer (causa de la defunción).

– Esparcirlas en el punto exacto donde falleció ahogado su padre, al hundirse el barco en que viajaba.

– Guardarlas en una urna de sal y fibras naturales y depositarlas en el fondo del mar; y que los asistentes a la ceremonia lo vean desde dentro del agua, buceando.

– Enterradas en el parque natural que fue objeto de sus estudios e investigaciones climáticas en vida.

– Una tendencia en alza entre los españoles: honrar el recuerdo de sus mascotas. Como, por ejemplo, dando un paseo en helicóptero con las cenizas de su querido chihuahua por aquellos lugares en los que solían pasear, para después lanzarlas al mar.

En definitiva, para todos los gustos, economías y exigencias. Pero sea cual sea la última voluntad del difunto o el deseo de sus familiares, “es muy importante que siempre se realice con profesionalidad, dentro de la legalidad y con el mayor respeto al entorno”, señala Juan Antonio González Angulo, director general de Yatri. Esparcir los restos indiscriminadamente – en arroyos, parques, lugares protegidos, proximidades del litoral… – además de ilegal puede resultar poco higiénico e incluso contaminante. Es conveniente, pues, contar con los servicios de una empresa especializada.

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