Antes de que el presidente de gobierno, el jefe del Estado, y todos los regidores locales y autonómicos nos abrumen con mensajes y felicitaciones navideñas, como si aparte el voto y los impuestos les importáramos más que la escoria del carbón de Mequinenza, dos diputados llamados Alfredo Pérez Rubalcaba y Cayo Lara Moya le cantaron las cuarenta a Mariano Rajoy Brey, diciendole que lleva dos rótulos en la frente. Uno dice: “Soy un desastre”. Y el otro pone: “Campeón del daño”.

El socialista Rubalcaba aprovechó el último pleno de control al Ejecutivo antes del periodo vacativo, que se prolonga hasta finales de enero, para destacar algunos retrocesos lacerantes: 20.000 becarios menos en 2013, 650.000 desempleados más, dos años de descensos salariales, 900.000 personas expulsadas de la sanidad pública, supresión de la tarjeta sanitaria a los parados que emigren al extranjero por más de tres meses, tasas universitarias y tasas judiciales prohibitivas para los pobres, negación del derecho de las mujeres a decidir su maternidad con la reforma Gallardón de la ley del aborto, leyes mordaza y penas más altas contra los que protesten y, de remate, independentismo catalán e incapacidad de gobernar una España plural.

El dirigente de Izquierda Unida y presidente del grupo de Izquierda Plural, Lara, no le fue a la zaga y tildó de estafador al de Pontevedra: “Usted está gobernando en estafa electoral”. Desgranó sus faltas y renuncios en todos los órdenes a la palabra dada –desde el empleo a las pensiones, pasando por la enseñanza, la investigación, la sanidad, las ayudas a la banca y la creación de ese banco malo que vende los bienes raíces a los fondos buitres a precio de saldo– y le preguntó: “¿Hay algo que usted prometiera y haya cumplido en estos dos años?” A continuación le recordó aquel reproche a Zapatero cuando subió la luz a finales de 2011: “Ni siquiera en Navidad ha tenido un gesto de cariño con los españoles”. Y le pidió: “Tenga usted un detalle y dimita con todo su Gobierno”.

Rajoy intentó quitarse los letreros a manotazos. “El mayor desastre fueron ustedes”, le dijo a Rubalcaba, al que culpó una vez más de la mala herencia y con el que, no obstante, se mostró dispuesto pactar contra el independentismo catalán. El presidente reiteró que por primera vez desde 2007 hay signos de recuperación del empleo y dos trimestres con una o dos décimas de crecimiento del PIB. Quiere decirse que no seguimos decreciendo y que “los esfuerzos tenían sentido”. Y a Lara le llamó nada menos que “apocalíptico”, y le reprochó que viajara a Cuba “mientras aquí celebrábamos la Constitución”. Esto lo supo Rajoy por su amigo el presidente de Galicia, Alberto Nuñez Feijóo, que también aprovechó el puente constitucional para ir a ver a Raúl Castro.

El presidente dio la impresión de que quiere a España más que nadie, desde luego, más que Cayo Lara. Y para demostrar que todavía falta mucho para volver a las hogueras de Charles Dikens con las que los obreros combatían la congelación, afirmó que en los últimos cincuenta años hemos sido el quinto país del mundo con mayor crecimiento en renta per cápita y hoy tenemos un sistema de “protección social” como pocos: pensiones, sanidad, educación y seguro de paro. Con esa atribución de las conquistas sociales ajenas anticipó su felicitación navideña. Sólo la gazmoñería de Cristóbal Montoro pidiendo “perdón” a los medios de comunicación a los que hace una semana acusó de no pagar religiosamente sus impuestos sonó más fuerte.