Al rescate de la confianza

25/01/2011

Maite Vázquez del Río.

Siguiendo la máxima del primer banquero el país, Emilio Botín, el que da primero da dos veces, el Gobierno español acaba de coger el toro por los cuernos, y tras el maratón del fin de semana con los expertos del Banco de España, ha comenzado la semana presentando su plan de «rescate de la confianza», harto ya de los llamamientos a las cajas para que terminaran su reestructuración y sanearan sus cuentas.

Tuvieron todo 2010 y no han sido capaces, embarulladas aún en el reparto del poder tras la fusión y sin ponerse de acuerdo en casi nada alguna de ellas. Hay que ser sinceros, porque otras han cumplido a pasos agigantados, pese a que aún estén a las puertas de contar con el capital de calidad (core capital) de ese 8%, que en 2013, sí o sí, debían tener. Así lo exige Basilea III y su palabra es ley.

Las condiciones estárán en breve un decreto ley, no solo el mercado laboral va a tener «decretazos». Ya no hay vuelta de hoja, interpretaciones interesadas ni contemplaciones. Hemos llegado a una prisma de riesgo récord que por momentos superó los 250 puntos básicos, los especuladores se estaban frotando las manos mientras incrementaban sus beneficios, y en el mercado nos miraban como los «periféricos» atacándonos cuando les venía en gana.

El Gobierno pretende cerrar el «agujero» que se sospechaba que había y que según sus expertos y los del Banco de España puede rondar los 20.000 millones, algunos analistas hasta elevan esa cifra por encima de los 32.000 millones… Y para ello será exigente con todos. Los que no cumplan deberán asumir primero su fracaso, que comenzó cuando se olvidaron de medir el riesgo pensando en que los beneficios eran interminables y, después, que deberán aceptar las órdenes de un plan de saneamiento o, incluso, abandonar su cargo porque el Ejecutivo está dispuesto a reestructurar sus órganos de dirección.

Este plan está pensado, fundamentalmente para las cajas, que son las que más difícil tendrán encontrar el dinero que necesitan. Y tendrán que convertirse en bancos. Se acabó la guerra política por su control. La propia patronal banaria ha asegurado que la inmensa mayoría de los bancos ya cumplen con ese requisito y los que no, lo tendrán más fácil que las cajas de ahorros.  ¿Dónde residen esas dificultades? En el propio mercado, que cuando no se fía no presta dinero y el dinero es necesario para hacer crecer el negocio bancario.

Con este plan, el Gobierno además hará caja. Porque el dinero que aporte será comprando acciones ordinarias o preferentes. Tendrá el control, pero a plazo fijo, esto es, venderá lo que tenga a más tardar en cinco años, y como el dinero invertido en acciones no computa como déficit, intentará buscar la mayor rentabilidad posible. Por este motivo, las acciones se las podrá vender al propio banco o a los inversores privados.

Parece que, al final, a Elena Salgado, le salen las cuentas macroeconómicas. Ha conseguido lo que nadie esperaba, reducir el déficit en 2010 mucho más allá, seis décimas más de lo previsto. Tiene encarrilado cómo tapar el «agujero» del sistema financiero y ya se verá, pese a los malos augurios de siempre del FMI, cuánto será capaz de crecer la economía. El único fallo, para muchos el principal, es que el desempleo no acaba de tocar fondo y nos espera un primer trimestre, hasta Semana Santa por lo menos, de más destrucción de empleo, y eso que los contratos ya tienen un despido más barato. ¿Será suficiente para rescatar la confianza?

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