La ministra de Fomento, Ana Pastor, mediará entre el Gobierno de Panamá y Sacyr para intentar reconducir un conflicto que puede acabar en los tribunales internacionales y que supondría la paralización de la construcción de las obras que la empresa española realiza en el Canal de Panamá. Sería un escenario negativo para todos, para la compañía, para Panamá y para la imagen de España en los mercados internacionales, y es por lo que se ha abierto una vía política. En esta línea se ha pronunciado el embajador español de Panamá, Jesús Silva, que ha añadido que también se trasladará a ese país el presidente de la compañía, Manuel Manrique.
No obstante, no está determinado dónde será el encuentro, si en España o en Panamá, ya que el presidente de esa república, Ricardo Martinelli, había anunciado el día anterior, jueves, su intención de trasladarse a Madrid y a Roma (también forma parte del consorcio la constructora italiana Impregilo) para intentar solucionar la crisis. Martinelli, que ha asegurado que pedirá la intervención del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, había citado para este viernes a los embajadores y encargados de negocios de España e Italia para hablar del conflicto contractual. Sacyr se dejó este viernes en Bolsa un 6,85% hasta los 3,19 euros.
Según el embajador Silva, se trata del proyecto más importante que han encarado los panameños en los últimos cien años, por lo que, en su opinión, todos tienen que ser conscientes de que cualquier ruptura al final costará más tiempo y dinero de lo que supondría llegar a un acuerdo sobre los costes extraordinarios. A favor del pacto puntúa también que una nueva licitación sería más cara para Panamá que aceptar parte de las reclamaciones. Las obras están realizadas al 70% y deberán concluir en junio de 2015.
Si se produce la ruptura, ésta supondría en principio la pérdida de los 600 millones de dólares que la constructora tiene depositados como fianza, y además, aunque los tribunales dictaminasen a su favor, perdería el contrato más importante de su historia y con la imagen dañada en los mercados internacionales.
Si bien el estallido del problema ha hecho ahora sonar las alarmas por las consecuencias de una posible paralización total de las obras, el tema se veía venir desde hacer tiempo. Sacyr, cuando estaba presidida por Luis del Rivero, ganó en 2009 esta faraonica obra por un precio inferior en unos 1.000 millones de dólares respecto la segunda candidatura. Un aspecto que ha hecho que en medios internacionales se calificase la opción de la empresa español de temeraria. Por otro lado, el gestor del canal, Autoridad del Canal de Panamá (ACP), se ha negado en reiteradas ocasiones a atender las reclamaciones sobre las deficiencias del sistema que podrían haber provocado una parte sustantiva del aumento de los costes por encima de las previsiones.
Si ya así el panorama es complejo, el affaire se complica más por la intervención de la constructora estadounidense Bechtel, que participó en el concurso y que después descalificó la propuesta de Sacyr por elevarse «solo» a 3.120 millones de dólares. Bechtel ha contado con el apoyo del Gobierno de EE UU antes y después de que la compañía española se hiciese con uno de los contratos más importantes de las obras públicas civiles de la actualidad. Todavía ahora, medios del sector señalan que algunas empresas estadounidenses del sector quieren sustituir a la empresa que preside Manuel Manrique en un mercado que consideran por geografía y naturaleza suyo.
Desde Sacyr se insiste en que el rechazo de todas y cada una de las reclamaciones, que está realizando el consorcio liderado al 48% por la empresa española, por la asunción de los extracostes está generando una «tensión de tesorería y liquidez» que hace imposible seguir con las obras si el asunto no se soluciona.
Por otro lado, Sacyr ha contabilizado como ingresos los costes extraordinarios incurridos en las obras de ampliación del canal de Panamá. Y si bien no habían sido admitidas por la ACP. el apunte se realizó con la autorización de la auditora de la empresa.
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