Ánimo, Zapatero

27/01/2011

diarioabierto.es.

Ya se que no está bien visto hablar bien del Gobierno ni es políticamente correcto mostrarse comprensivo con su Presidente José Luis Rodríguez Zapatero, en unos momentos en los que nadie da un céntimo por su futuro político, Pero, a pesar de todo, he de confesar que me inspira simpatía y que me siento solidario con sus esfuerzos por lograr pactos y alcanzar un cierto consenso para instrumentar medidas y reformas que, estoy seguro, a él tampoco le gustan.

Es cierto que ha cometido errores – al menos a mi me lo parecen – al empecinarse en negar la crisis ; en anunciar repetidamente que había brotes verdes y el horizonte empezaba a verse despejado, cuando los datos objetivos no avalaban tales impresiones,  e intentar mandar  mensajes de esperanza para que no cundiera el pánico. Pero, como la realidad es muy cabezona, cada afirmación  venía a minar un poco más la  confianza de la ciudadanía, especialmente la de aquellos que sufrían en sus carnes las consecuencias de la crisis.

Congruentemente con su pensamiento y su sentimiento intentó en un primer momento gestionar la crisis al modo socialdemócrata, atendiendo preferentemente a  los sectores de población  más débiles y necesitados de protección. Pero una vez más la realidad, manejada por unos misteriosos e irresponsables “mercados” le impuso un guión que seguramente no le guste nada, pero que en un mundo y en una economía globalizada e interdependiente resultaba imposible desatender por una país medio como el nuestro y aquejado por serias carencias estructurales.

A pesar de todo, y entre críticas y descalificaciones generalizadas y de las rectificaciones forzadas, ha realizado un gran esfuerzo de diálogo, de negociación, de flexibilidad, en  busca de un pacto, a sabiendas de que un acuerdo que, en todo caso, siempre será mejor que el desacuerdo y la confrontación.  Probablemente los  negociadores del Gobierno sean muy sensible a los argumentos y posiciones de los agentes sociales y a alguno de los ministros le haya hecho añorar los tiempos en que se sentaban al otro lado de la mesa, pero el ejercicio de su responsabilidad les exigía porfiar para dar cumplimiento a un guión que, sin ser el suyo, es el que exigen esos misteriosos mercados para poner fin al período de vigilancia a la que tienen sometida a España, o al menos conceder una tregua.

La últimas noticias son alentadoras y mejoran la expectativas de alcanzar acuerdos sobre las reformas propuestas, lo que, porque no decirlo, supone un claro ejercicio de responsabilidad también por parte de los agentes sociales – sindicatos y empresarios – merecedor de reconocimiento y aplauso. Sin embargo, quedará pendiente la urgente tarea de cambiar nuestro modelo de crecimiento y desarrollo económico, pero esto no es solo misión del Gobierno, sino del conjunto de la Sociedad.

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