Bardem y la jauría

27/01/2011

Joaquín Pérez Azaústre.

Qué decir ahora de Bardem, que ha sido perseguido hasta la extenuación. Se han ensañado tanto con Bardem, le ha costado tan caro haber gritado un día No a la guerra, que nunca como entonces se ha podido advertir una campaña agresiva y tangible, en nuestra corta historia democrática, contra un ciudadano público despegado de la acción política. Recuerdo algunas portadas con el rostro descompuesto de Bardem gritando el No a la guerra. He leído en cantidad de foros de Internet, orientados hacia la ultraderecha, es cierto, pero también hacia una más que presunta derecha moderada, escritos muy sesudos orientados a denigrar al personaje, tratando de establecer una disparatada relación entre su apoyo a los socialistas y su esplendorosa carrera como actor. Se ha intentado, de mil maneras muy rocambolescas -casi tanto como adjudicar la autoría del terrible 11-M al terrorismo vasco o a una conspiración judeo-masónica-, explicar el éxito tremendo de Bardem con base en su relación con José Luis Rodríguez Zapatero, que al parecer es el último magnate de Hollywood, para desacreditarlo una vez más. Se le ha insultado, caricaturizado, agredido de mil formas posibles, convertido en blanco de esa ultraderecha radical que sólo tras su derrota electoral salió de las catacumbas; porque, hasta entonces, el mensaje de centro del PP era el predominante.

La invasión de Iraq, y los miles de muertos de inocentes que tendrían que caer sobre la conciencia de alguien, sólo tuvo un efecto positivo: que la derecha española se quitó la máscara. Aznar ya no leía Mascarada, de Gimferrer, ni a otros poetas catalanes en la intimidad; ni tampoco a Benet, ni la última época del triste y solitario, y también gigantesco, Luis Cernuda. Tampoco sus acólitos, radiofónicos o televisivos, se molestaban mucho en impostar una actitud de centro, a lo UCD: esto era la guerra, pero no sólo en Iraq. Se trataba de echarlos, de expulsarlos, de quebrar el país todo lo que fuera necesario, de ir alimentando esa crispación con el ruido de sables radiofónico.

Aquí, Javier Bardem ha sido una víctima infinita. Sin embargo, estos mismos medios que lo han machacado simplemente por proclamar su opinión, por expresarse como un ciudadano libre, ahora tienen que dedicarle más de un titular por su tercera nominación al Oscar. No es que los premios signifiquen más que el trabajo bien hecho, pero en algunos casos son la mejor respuesta a las bocas calientes.

¿Te ha parecido interesante?

(+21 puntos, 21 votos)

Cargando...

Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.