El seguro español hace historia

24/01/2014

Miguel Ángel Valero. Un equipo de historiadores dirigido por Gabriel Tortella muestra el protagonismo de España en el origen de la actividad aseguradora

El seguro, “uno de los contratos más ventajosos que han introducido las gentes”, como escribía en 1786 el comerciante gaditano Juan de Mora y Morales en un informe remitido a la Junta de Directores de Compañías de Seguros, Cargadores y Navieros de Cádiz, es sin embargo un gran desconocido para los historiadores. Como también lo es para los economistas: Karl Borch, el gran teórico de la actividad aseguradora, explicaba en 1990 que “no es posible dar una definición de seguro que sea corta y precisa y a la vez completamente satisfactoria”.

Por esos motivos es tan importante la aparición de trabajos como “Historia del seguro en España”, realizado por un equipo de historiadores (Leonardo Caruana, José Luis García Ruiz, Jerònia Pons) dirigido por Gabriel Tortella, y por Alberto Manzano, presidente de la Fundación Mapfre y de su Instituto de Cultura e Historia, y consejero de Mapfre, grupo en el que ha trabajado 47 años. Tortella no duda en calificar a Manzano de “padre de la criatura”, ya que ha sido el verdadero artífice de que la obra llegara a buen término.

El seguro ya se conocía en la antigua China y aparece en el código de Hammurabi, 1.750 años antes de Cristo. Pero en su concepción moderna nace en el siglo XIV, tan ligado al comercio marítimo que la póliza más antigua que se conoce, de 1347, cubría un viaje Génova-Mallorca. La regulación del seguro aparece ya en unas ordenanzas municipales de Barcelona de 1435, lo que evidencia el protagonismo de España en la actividad aseguradora tal y como la conocemos.

La monumental obra de Tortella y/o Manzano comienza con un capítulo introductorio, pero sin duda instructivo para quien sea neófito en esta travesía, con una parte dedicada a la teoría del seguro, y otra, sobre sus orígenes, que es harto interesante.

La evolución desde los aseguradores individuales a las compañías (1500-1814) y el desarrollo de la actividad en el siglo XIX dejan paso a los “tiempos de convulsión” (1908-939) y al franquismo anterior a la Seguridad Social (hasta 1966).

El capítulo VI muestra la evolución del seguro privado entre 1966 y 2000, destacando innovaciones como el Consorcio de Compensación de Seguros o la Comisión Liquidadora de Entidades Aseguradoras, la Clea (integrada en éste a partir de 2002), y también el inicio de la internacionalización.

La obra finaliza con la evolución del seguro privado en lo que va de siglo, con Solvencia II, el registro oficial de seguros de fallecimiento, el proceso de concentración, las fusiones y adquisiciones, y la aparición de la bancaseguros, entre otras cuestiones del máximo interés.

Es significativo que la Clea tuvo que hacerse cargo de 265 entidades, pagando a más de medio millón de asegurados 3.192 millones de euros, el 70% de las cantidades reclamadas, sin requerir en momento alguno ayudas públicas. Además, la generalización de las cesiones de cartera de las entidades en liquidación, otra aportación marca España al seguro mundial, hizo que el asegurado recuperara el 100% de su dinero.

 

Claro paralelismo

España fue una potencia de primer orden, especialmente como centro comercial, en el siglo XVI, lo que explica su protagonismo en el seguro. Su decadencia, “víctima de un proyecto hegemónico que desbordaba sus considerables capacidades”, tuvo su impacto indudable en la actividad aseguradora, que no volvió a levantar cabeza, salvo algún paréntesis durante el siglo XVIII, hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando llega el capital extranjero, que crea La Unión y El Fénix (que terminó en manos de la alemana Allianz después del fiasco del Banesto de Mario Conde). De esa época es la más longeva compañía de seguros española, La Catalana Contra Incendios.

El seguro revive en España a partir de los 80 cuando logra deshacerse del rígido intervencionismo estatal, que congelaba por razones políticas las tarifas de la póliza obligatoria de Automóviles.

Tras la profunda transformación experimentada en los últimos 30 años, el seguro español está en posiciones similares al de otros países desarrollados. Aunque tiene asignaturas pendientes de gran calibre: el desarrollo del seguro de Vida, que ha sido víctima de “un prejuicio ideológico” que ha llevado a considerarlo “un producto para privilegiados, o un competidor indeseable de las pensiones públicas”; la internacionalización activa, ya que apenas se limita a Mapfre, Catalana, Cesce y la actividad aseguradora del BBVA; y el escaso peso en el reaseguro mundial.

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