Bonita batalla la que han mantenido el S&P 500 y el Dow Jones por superar sus respectivas «barreras del entero». El Dow, los 12.000 ountos, el S&P 500 los 1.300. Las cifras enteras, redondas, suelen ser lugares en los que el análisis técnico no encuentra barreras de consideración pero que se convierten en problemáticos por la psicología de la masa. Hay estudios que lo atestiguan y de ahí que los precios de las rebajas estén plagados de ,99.

Se pasaron toda la tarde tentando a la suerte, superando la barrera y retrocediendo, en ocasiones con auténtico pánico y, además, en el caso del Dow Jones, haciendo frente a la caída de uno de sus valores fuertes, Procter & Gamble, que presentó resultados decepcionantes. Lleva ya algunos días el Dow frente a la barrera y se ve incapaz de franquearla y la ayuda del S&P 500 le podía venir bien. Poco a poco volvieron ambos a retar a sus respectivos enteros y a falta de una hora para concluir la sesión estaban a tiro de piedra, a falta del veredicto de los grandes, que suelen volver más o menos a esa hora a tomar las riendas de las operaciones después de permanecer ausentes desde una hora después de la apertura.

Al S&P se le vieron muchas más maneras que al Dow, seguramente porque el peso de valores cotizados en el Nasdaq es mayor en este índice que en el de los gigantes del planeta. Como quiera que el Nasdaq iba «a su bola», sin obstáculos que superar y con una fuerza impresionante, resultado de su reciente recorte, sin duda, el S&P 500 concentró la atención de los inversores, que dejaron prácticamente descartado al Dow a falta de media hora para la conclusión de la jornada.

¿Y qué pasó? Pues que al final, el uno por el otro, la casa sin barrer. El Dow se quedó a 10 puntos y el S&P 500 a menos de uno, pero ninguno de los dos rompió la barrera mágica al cierre. Nos esperan más días a cara de perro.