Complejo escenario para el presidente de Repsol, Antonio Brufau, que ha informado en la reunión del consejo de administración del grupo celebrado este miércoles – 29 de enero-, sobre la situación de las negociaciones con los directivos de YPF y las autoridades de Buenos Aires para cerrar un acuerdo de indemnización por la expropiación del 51% de la petrolera argentina.

Las conversaciones con Argentina se mantienen pese a los rumores de ruptura -con el directivo del grupo español Nemesio Fernández-Cuesta como principal interlocutor-, lo que es un tema a valorar en sí mismo, según medios consultados. Pero a las dificultades inherentes de un pacto de estas características se une el hundimiento del peso argentino, que ha activado las alarmas de los mercados y los organismos internacionales. Para el Club de París -foro formado por las naciones acreedoras- la economía argentina está prácticamente en la bancarrota, y además sin posibilidades de financiación en el exterior con la que reordenar las deudas acumuladas.

El pago que ofreció la Casa Rosada, en la cumbre del pasado 25 de noviembre en la que participó el ministro de Industria, José Manuel Soria, y políticos de ese país, así como el alto staff de Pemex -propietario del 9,2% de Repsol-, se basaba en una emisión de bonos por 5.000 millones de dólares, cifra muy distanciada de los 10.500 millones que la empresa española solicitó días después de la expropiación.

Después del preacuerdo alcanzado por Soria -más preocupado por los astilleros gallegos a los que al fin ha llegado el esperado contrato para la construcción de buques – las negociaciones se han basado en esa propuesta, si bien Repsol solicitaba ciertas garantías. Si Buenos Aires siempre se ha opuesto a avales, el estallido de la crisis complica más la aportación de cautelares, que, por otro lado, son más necesarias.

Pero ¿qué podría hacer Repsol si los bonos se hunden y dejan además de ser en la práctica un activo líquido? Brufau y el consejo podrían enfrentarse a reclamaciones y querellas por parte de accionistas.

Este panorama no es, sin embargo, óbice para que Pemex, que ha desencadenado la última crisis en el consejo de la empresa española-, mantenga su presión para que el acuerdo se cierre, al tiempo que vuelve a promover cambios en la dirección de Repsol. Pemex tampoco lo tiene fácil, al no ser que logre el apoyo de La Caixa.

Es un contexto muy idóneo para que vuelvan a surgir nombres ya sea para sustituir a Brufau o para el cargo de consejero delegado. Por voluntad propia o por ‘ayudas’ de personas próximas, el nombre de Josep Piqué vuelve a formar parte de los rumores.