Si le decimos Cepa 21 tal vez no le suene, aunque si nombramos a la familia Moro ya será otro cantar… La bodega, situada en la Ribera del Duero, al igual que la insignia más famosa de la familia, se fundó en 2007 y es el nuevo proyecto de la tercera generación de la familia. El nombre une los conceptos de la planta de donde procede la uva y el número 21 refiriéndose al siglo en el que el proyecto ve la luz. Modernidad más tradición y lo de modernidad no es una forma de hablar, porque uno lo entiende cuando visita sus instalaciones: un edificio de lo más vanguardista, limpio, diáfano y con unos enormes ventanales por donde se invita el sol… Aparte de la arquitectura del lugar,  destaca también su restaurante, con una excelente oferta gastronómica con el que la bodega pretende también distinguirse del resto de bodegas de la zona.

En el grupo Moro trabajan 70 personas, de las cuales 17 están en plantilla de Cepa 21, que produce anualmente medio millón de botellas aproximadamente. Los vinos se venden por toda España y en más de 60 países: Europa, América, Asia, África… ¿Cómo se dieron a conocer fuera de nuestras fronteras? “Tenemos una estrategia de internacionalización potente. En los últimos años hemos gestado una sólida red comercial internacional, lo que nos permite abrir nuevos mercados”, comentan en la empresa.

La familia Moro es la principal accionista de la compañía aunque el proyecto Cepa 21 se creó abriendo la posibilidad a amigos de la familia a formar parte del proyecto como accionistas.

Su vino más vendido es el que lleva el nombre de la bodega, Cepa 21, que uno puede degustar en las mejores tiendas, comprándolo en la propia bodega o incluso, apuntándose a alguna de las visitas que organizan los fines de semana en las que el visitante podrá conocer las instalaciones y también, acudir a una cata de diferentes vinos. Y todo por una módica cifra: 10 euros…