Sotosalbos – Segovia

21/10/2010

Tony Montón, vecina de Sotosalbos.

Esta tierra es como la de todos los pueblos, no de Castilla, si no de España. Dormido y expectante, tranquilo y alterado, caprichoso e inconformista, colaborador y enfrentado enemigo, donde el tiempo pasa despacio en un lugar que no tiene prisa. Incluso los pocos ganaderos, que se dedican a ello exclusivamente, lo hacen sin acelerarse. Algún día que quedemos, porque lo tenemos pendiente, me iré con Chemi a echar de comer a las vacas, aun no hemos encontrado un momento. Él lo hace a cualquier hora, siempre le esperan.

A lo que iba. Aquí los inviernos si vienen duros, aprietan el ánimo, y lo son especialmente cuando nieva.

Los carámbanos cuelgan de cualquier tejado, las calles se intentan limpiar pero el frío puede más y algunas quedan como pistas de patinaje.

Los jardines se cubren, nadie diría que después en primavera pueda salir con tanta fuerza esa hierba que nos refresca el ambiente y que los ganaderos esperan con ansia para que las vacas pasten. Para el pasto hay en Sotosalbos dos zonas, una al norte del pueblo y otra al sur. La nacional las divide y cuando llega la época de cambiar las vacas llaman a la guardia civil, cortan la carretera y las pasan a la zona del Salío de Arriba, en la cañada.

Hay lugares en Sotosalbos que con la nieve parecen sacados de cuentos de hadas. El manto de nieve solamente roto por las rodadas de los tractores o los todo-terrenos. Y en las zonas donde el ganadero echa de comer quedan los restos de hierba seca y paja que dan el color amarillo al manto blanco que cubre la tierra.

Cuando recién nevado sales a pasear, no se distinguen calles de carreteras o asfalto de tierra, hasta que alguna máquina de la conservación despeja el camino llamadas en auxilio por el Ayuntamiento o algún vecino que pasa la pala para despejarlas.

Luego llega la primavera, tardía, y el verano, que es cuando el pueblo luce con todo su esplendor. El aparcamiento de la entrada, se llena de coches de visitantes con ganas de un buen cordero asado, un paseo por el campo y un lugar donde soltar a los críos.

En la iglesia de Sotosalbos se celebran bodas de capricho, es decir, aquellos novios que sean o no de Segovia eligen San Miguel para su ceremonia, entonces el pueblo se llena de visitantes elegantes.

{destacado} Las menos se quedan en el pueblo a la celebración, para eso últimamente tenemos Duque. En verano y bien entrada la noche comienzan los sábados el hilo musical de la boda. El viento trae las notas de Paquito el chocolatero y parecidos bodrios. Si bien antes por el camino a Collado comienza el desfile de coches que como imagináis no van a su 20 marcado.

Ya entrado el verano y con más habitantes y más riegos inconscientes llega la falta de agua. Da pena ver en primavera correr los arroyos que pasan de largo… ¡nos acordaremos más tarde!

Algún día se remediará o al menos esa es nuestra esperanza.

Se acerca ya el plantar el huerto. Yo me asomo a la tapia cuando oigo a Isidoro ó Miguel, los vecinos de al lado y les pregunto:

– ¿Cuando plantamos el huerto?

– Para San Isidro.

Y para el 15 de mayo los tres coincidimos plantando los tomates, calabacines… y miramos el huerto recién plantado y nos sentimos un poco más felices y Martín, el padre de Miguel, a primeros de septiembre siempre me pregunta si estaban buenos los tomates que le he birlado y siempre le contesto que ya no puedo saltar la valla que me duele la espalda y estoy para pocos trotes.

El de Isidoro, ya está listo. Ya están los cebollinos plantados y el resto de la tierra preparada para recibir las nuevas plantas.

El Pueblo

Sotosalbos se encuentra a 1.161 metros de altura en la zona denominada La Vera de la Sierra de Guadarrama. La entrada se sitúa en el kilómetro 172,400 de la N-110, a 18 de la capital, Segovia, a 19 de La Granja de Ildefonso y a 105 de Madrid.

Estaremos empadronados 119 habitantes, 68 hombres y 51 mujeres. Otra cosa distinta es cuantos habitantes viven durante todo el año en el pueblo y que puestos a contar me salen, si no me equivoco, unos 40.

Unos cuantos trabajan en Segovia, otros en el pueblo dedicados a la ganadería y sus jubilaciones. A 3 ó 4 niños (creo) les recoge el autobús todas las mañanas para ir al colegio en Torrecaballeros.

Desde la carretera nacional se ve el pueblo así, oculto entre fresnos, álamos (pocos) y robles.

Dormido y descansando al pie de la sierra, no tiene un paisaje excepcional salvo mirando al sur que se ve la Sierra de Guadarrama o al oeste, por las tarde que ilumina en sol en unos atardeceres de lujo.

Desde lo alto del campanario se le ve ordenado y tranquilo, con sus tejados a la segoviana y las fachadas de piedra o esgrafiadas.

Muchas casas de segunda residencia.

8 casas rurales, 4 restaurantes y una taberna y un futuro hotel de cuatro de cuatro estrellas y 20 habitaciones. No hay tienda de comestibles, ni estanco, ni panadería, ni taller mecánico. Un cura para varios pueblos, un consultorio médico para otros varios. Todos los días de la semana alguien se acerca por el pueblo a vender lo necesario para no tener que desplazarse a otro lugar, pan, pescado, carne verdura, congelados, etc. No hay ningún cartel a la entrada que diga eso de «No se permite la venta ambulante excepto los días y lugar señalados», es decir no hay mercadillo. El más cercano los sábados en Turégano.

Tenemos alcalde y cuatro concejales más. Y el ayuntamiento abre los martes y los jueves «a las horas marcadas».

Tras el nombre de SOTOSALBOS, Sotis Albis (Sotos Blancos) en sus orígenes allá por el siglo XII, se esconde la historia de una villa que va unida a la de su iglesia, uno de los máximos y más bellos exponentes del románico rural segoviano.

La historia de Sotosalbos se encuentra también muy vinculada a Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, que por el siglo XIV menciona a Sotos Albos en el Libro del Buen Amor, y concretamente cuando cita su encuentro en el Puerto de Malangosto con la serrana La Chata.

Sus alrededores.

Collado Hermoso está muy ligado en la historia a Sotosalbos, al igual que Pelayos del Arroyo, este, a algo más de mil metros y con menos habitantes que nosotros. Torrecaballeros a 8 kilómetros y Santo Domingo de Pirón, algo más lejano. En Collado las ruinas de un monasterio del Cister, Santa María de la Sierra, ahora de propiedad privada.

Por mitad del término cruza la Cañada Real, bien conservada y poco utilizada, excepto por los lobos y buitres.

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Un pensamiento en “Sotosalbos – Segovia

  1. Tony (vecino que no vecina) es de mi pueblo, Cadalso de los Vidrios (Madrid), y sabe conjugar muy bien el cielo con la tierra… dejando en medio los colores. Y ahora en Cadalso tenemos un vecino menos y en Sotosalbos (Segovia) tenéis un escritor más. Pero los dos pueblos siguen contando con un hombre bueno. ¡A mí me lo van a decir!

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