El Gobierno admitió hoy que su vía de salida de la crisis no lleva al paraíso. Al contrario, la moderación de salarios conduce al fracaso económico, según admitió la ministra de Empleo. De momento puede ser una solución, afirmó. Pero esta estrategia de bajos salarios a largo plazo abocaría a España al fracaso económico, sentenció.
El problema ahora consiste en saber cuándo retirar la amarga medicina de la devaluación salarial. Según los sindicatos, ha llegado el momento. Algunos expertos, en cambio, discrepan sobre la oportunidad de la medida. Hay que esperar a que desaparezca la enorme montaña de deuda, creen algunos.
La ministra de Empleo, Fátima Báñez, dejó traslucir hoy la preocupación que se vive en el Gobierno ante la caducidad del pacto de rentas. Firmado por sindicatos y empresarios en 2012, el llamado AENC II cesa sus efectos a finales del presente año.
En 2014, los negociadores salariales parece que seguirán atendiendo a las recomendaciones del pacto, que prescribe avances salariales en el entorno del 0,6 por ciento. Pero, ¿y el año que viene? A partir de 2015, una muestra de convenios de grandes empresas permite aventurar que seguirá la moderación salarial. Estos acuerdos prescriben crecimientos por debajo del 1 por ciento, congelación de rentas, o un avance superior aunque solo si está ligado a mejoras de la productividad o de las ventas.
Los sindicatos quieren acabar con el acuerdo
A pesar de esta muestra, las centrales sindicales han dado ya señales de su intención de variar con su política respecto a los salarios. De momento, los crecimientos ansiados se limitan a determinados sectores y algunas empresas, allí donde sea posible sin poner en riesgo la posición de la compañía, afirman desde UGT y CCOO. En estos casos, las centrales dirigidas por Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo impulsarán crecimientos de las rentas salariales por encima de la inflación; cuya tasa se situó en enero en el 0,2 por ciento, un nivel históricamente bajo.
Creen las centrales que, para relanzar la economía, no basta con el tirón del sector exterior, lastrado por la desaceleración de los emergentes y el menor tirón de China. Es necesario recurrir al consumo, continúan. Y, ante la falta de recursos del sector público, se les antoja inevitable confiar en los salarios, como factor de arrastre de la economía.
Más devaluación, mientras persista el endeudamiento
No todos, sin embargo, están de acuerdo con la teoría sindical. Otros -sin duda entre ellos el Gobierno, además de la patronal- creen que que no ha llegado el momento de que España pueda impulsar avances de las rentas salariales. Entre ellos destaca el prestigioso economista alemán, Hans-Werner Sinn, que aboga por mantener la austeridad, hasta completar una drástica devaluación interna de salarios y precios en España, y el resto de periféricos del euro.
El presidente del IFO, en unas jornadas organizadas por Esade y este laboratorio de ideas alemán, auguró que si en España crecen los salarios, o incluso si se mantienen altos, esa condición perjudicará la competitividad de la economía, lo cual a su vez impedirá la devaluación real.
Eso sí, este partidario de las recetas ortodoxas aboga sin embargo por una quita de deuda, tanto para España, como para el resto de periféricos. Y mucho más cuando, como reconoce, la devaluación salarial y de precios va a provocar el efecto de inflar más la ya abultada deuda española. Por eso aboga por una conferencia de la deuda donde el Norte europeo condone parte de la las deudas que el sur no puede pagar.
La subida de salarios, estrategia de salida de la crisis
Otros en cambio confían en la revitalización de los salarios, hasta tal punto que creen que ahí está el remedio para la crisis económica internacional. Así, opina Sangheon Lee. El economista principal de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) subraya que impulsar los salarios es una medida que ya están tomando algunos países, entre los cuales cita a Estados Unidos, Alemania, Japón o China.
Este experto critica la pérdida de peso que estas rentas llevan sufriendo desde los liberales años 80. Desde entonces, la brecha entre ricos y pobres se ahonda cada vez más. Y no solo por el cambio tecnológico, concluye en la presentación del libro ‘La desigualdad no es inevitable’ (“Wage-led growth: An equitable strategy for economic recovery”), que patrocina la OIT, un ente de la ONU centrado en el mundo del trabajo.
“A lo largo de los últimos 20 años, la distribución de los ingresos se ha inclinando a favor de los ricos, mientras que la situación económica de los pobres y de muchos trabajadores de clase media se ha ido deteriorando en varios países”, enfatiza.
El economista de la OIT propone, en cambio, otro modelo de crecimiento económico, impulsado por los ingresos, como estrategia para la recuperación. En su visión, la causa principal por la que los trabajadores reciben una porción menor de la renta nacional se encuentra en las políticas de las últimas tres décadas, que han distribuido el ingreso en favor del capital y en contra del trabajo.
Sangheon Lee recuerda que los salarios no son sólo un costo de producción sino también una fuente que genera demanda. Y cuestiona la opinión según la cual “el crecimiento debería llevar las riendas y la redistribución estar en un segundo plano”, aduce. Además, critica la suposición de que la moderación de los salarios puede estimular el crecimiento económico y por tanto, reducir la pobreza.
El ejemplo de China, EEUU, Alemania y Japón
Con todo, el economista de la OIT advierte cambios positivos generados precisamente por la crisis económica. Así, constata cómo el Gobierno de Estados Unidos ha reconocido los efectos perjudiciales de la desigualdad en la economía y ha adoptado medidas políticas activas, a fin aumentar los salarios mínimos; una medida que han emulado numerosas ciudades, que ya aumentaron sus salarios mínimos locales, dice.
Otros cambios hacia la igualdad se han dado también en China, cuyo Gobierno introdujo una reforma que tiene por objetivo pasar de un modelo económico basado en la exportación a uno que estimule la economía a través a salarios más altos y de políticas activas de redistribución. Finalmente, Alemania ha sido la última en incorporarse a la subida salarial, al introducir un salario mínimo legal. Un tipo de intervención que también se observa en Japón, donde el Gobierno insta a los interlocutores sociales a aumentar los salarios a fin de estimular la demanda interna.
“Estos cambios en las políticas representan un primer paso en la lucha contra las desigualdades, pero son aún demasiado pequeñas para invertir la tendencia. Es necesaria una acción más exhaustiva a nivel nacional y mundial”, subraya.
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